Cosas de Papiro
+5
SOL@
jazmin69
aliassara
bellen1930
Ire@
9 participantes
Página 1 de 1.
Cosas de Papiro
Flores en la mesa de luz (2005)
[Solamente los administradores pueden ver esta imagen]
Se levantó de la cama a las nueve de la mañana con la sensación de que algo le faltaba; pero como ya era tarde, se lavó la cara, se vistió y salió a trabajar sin haberle dado demasiada importancia. El día tenía una claridad extraña, como cuando sale el sol resplandeciente luego de un brutal aguacero. El aire olía también extraño, como a hastío y flores putrefactas.
Mientras caminaba hacia la estación de trenes, veía las casas vecinas despertar a un día de Enero extrañamente fresco y sin moscas, como si el almanaque estuviese revuelto. Vio varios perros deambulando, que pasaban a su lado sin siquiera dignarse a dar por hecha su presencia.
Sacó de su bolsillo las monedas para el pasaje y las contempló largamente, apoyadas sobre su blanca palma: parecía como si las viera a través de un grueso cristal.
En ese momento, esa sensación de que algo le faltaba se apoderó otra vez de su cuerpo, pero como justo llegó su tren, dejó la sensación de lado y subió.
Miró las personas a su alrededor, que parecían ser las mismas del día anterior. Guardó las monedas restantes y se sentó en uno de los asientos vacíos del fondo. Era un viaje corto, sólo diez minutos.
Como todos los días, durante el viaje, empezó a recapitular los sucesos del día anterior, y pensar qué era lo que debía hacer hoy. Pero tenía sueño y no se pudo concentrar. Aunque sabía que había algo importante que tratar, no lograba recordar qué era. Enseguida llegó a destino. Se bajó y comenzó a andar los pocos metros hasta su lugar de trabajo.
Antes de entrar titubeó. Palpó sus bolsillos, tocó su bolso, lo abrió: allí estaba su agenda, parte fundamental de su vida que cumplía la función de diario de viaje, más que mero libro de compromisos, reuniones y números de teléfono. También estaba su celular: ancla con el resto de los mortales. El resto eran artículos obsoletos, sin importancia real: documentos, una revista, alguna publicidad entregada en mano…
Se creyó conforme aunque con un dejo de liviandad en el cuerpo. Finalmente entró y firmó en su planilla con el horario 9:45
Su oficina estaba a oscuras pero eso no llamó su atención. Como ansiaba luz y aire se apresuró hasta ella y la abrió.
Miró hacia fuera y le pareció que todo tenía un resplandor nuboso extraño. Volvió a sentir que le faltaba algo. Aspiró profundamente el aire, pero no pudo concentrarse en su particular aroma. Dejó el bolso y se sentó frente al escritorio de cedro que tanto amaba y comenzó el papeleo diario.
Así estuvo un par de horas, con la mente fija en cifras, datos, declaraciones…y de vez en cuando, un algo extraño, como un escalofrío recorría su espalda.
Comenzó a sentirse mal, y esa sensación creció y creció hasta que ya no se pudo concentrar más.
A las cinco de la tarde guardó sus cosas y salió. Recién en ese momento se percató que ni siquiera había llamado para pedir el almuerzo…y que el teléfono estuvo mudo, ausente toda la tarde. Pero luego recordó que era Enero…y viernes…y que todo el mundo está de vacaciones.
Pero recordó su celular…eso sí que estaba mal. La persona que amaba no se había dignado a hacerle una sola llamada. Se sintió peor, pensando que seguramente estaba con alguien más. Pero antes de que los celos se pudiesen apoderar de su mente, de nuevo esa fea sensación llegó, esta vez más fuerte, y sintió la necesidad urgente de volver a su casa.
Comenzó a entrar en pánico. Esto que le pasaba era algo nuevo, indescriptible. Comenzó a rogar que alguien llamase a su celular, con tanta vehemencia que creyó enloquecer. Los rostros de los transeúntes se desdibujaban a su paso. Empezó a detestar el mundo, sin saber por qué. Sólo ansiaba con desesperación volver a su casa.
La vuelta fue penosa: viajó mal, en un tren repleto y con un aire que olía a pesadez, a piel ajada. Cuando llegó a su casa, buscó las llaves y no las halló. Se maldijo: Había olvidado cerrar otra vez. Pero la escalofriante sensación de que algo le faltaba resurgió y se apresuró a entrar. Lógicamente la puerta estaba abierta.
Se sintió mejor, como con liviandad. Llegó a su cuarto y cuando entró vio al ser que más amaba en el mundo, en una silla, con los codos en las rodillas y agarrando su cabeza con las manos. Sonrió: allí estaba su amor, en su casa, esperando su regreso.
Pero cuando vio su cama, como la había dejado por la mañana, por fin comprendió qué era lo que había olvidado, lo que le faltaba:
Allí estaba su cuerpo, tendido en la misma posición en que se acostó la noche anterior, frío y rígido. Las flores en su mesita de luz, putrefactas, llenaban el aire de hastío.
Mientras caminaba hacia la estación de trenes, veía las casas vecinas despertar a un día de Enero extrañamente fresco y sin moscas, como si el almanaque estuviese revuelto. Vio varios perros deambulando, que pasaban a su lado sin siquiera dignarse a dar por hecha su presencia.
Sacó de su bolsillo las monedas para el pasaje y las contempló largamente, apoyadas sobre su blanca palma: parecía como si las viera a través de un grueso cristal.
En ese momento, esa sensación de que algo le faltaba se apoderó otra vez de su cuerpo, pero como justo llegó su tren, dejó la sensación de lado y subió.
Miró las personas a su alrededor, que parecían ser las mismas del día anterior. Guardó las monedas restantes y se sentó en uno de los asientos vacíos del fondo. Era un viaje corto, sólo diez minutos.
Como todos los días, durante el viaje, empezó a recapitular los sucesos del día anterior, y pensar qué era lo que debía hacer hoy. Pero tenía sueño y no se pudo concentrar. Aunque sabía que había algo importante que tratar, no lograba recordar qué era. Enseguida llegó a destino. Se bajó y comenzó a andar los pocos metros hasta su lugar de trabajo.
Antes de entrar titubeó. Palpó sus bolsillos, tocó su bolso, lo abrió: allí estaba su agenda, parte fundamental de su vida que cumplía la función de diario de viaje, más que mero libro de compromisos, reuniones y números de teléfono. También estaba su celular: ancla con el resto de los mortales. El resto eran artículos obsoletos, sin importancia real: documentos, una revista, alguna publicidad entregada en mano…
Se creyó conforme aunque con un dejo de liviandad en el cuerpo. Finalmente entró y firmó en su planilla con el horario 9:45
Su oficina estaba a oscuras pero eso no llamó su atención. Como ansiaba luz y aire se apresuró hasta ella y la abrió.
Miró hacia fuera y le pareció que todo tenía un resplandor nuboso extraño. Volvió a sentir que le faltaba algo. Aspiró profundamente el aire, pero no pudo concentrarse en su particular aroma. Dejó el bolso y se sentó frente al escritorio de cedro que tanto amaba y comenzó el papeleo diario.
Así estuvo un par de horas, con la mente fija en cifras, datos, declaraciones…y de vez en cuando, un algo extraño, como un escalofrío recorría su espalda.
Comenzó a sentirse mal, y esa sensación creció y creció hasta que ya no se pudo concentrar más.
A las cinco de la tarde guardó sus cosas y salió. Recién en ese momento se percató que ni siquiera había llamado para pedir el almuerzo…y que el teléfono estuvo mudo, ausente toda la tarde. Pero luego recordó que era Enero…y viernes…y que todo el mundo está de vacaciones.
Pero recordó su celular…eso sí que estaba mal. La persona que amaba no se había dignado a hacerle una sola llamada. Se sintió peor, pensando que seguramente estaba con alguien más. Pero antes de que los celos se pudiesen apoderar de su mente, de nuevo esa fea sensación llegó, esta vez más fuerte, y sintió la necesidad urgente de volver a su casa.
Comenzó a entrar en pánico. Esto que le pasaba era algo nuevo, indescriptible. Comenzó a rogar que alguien llamase a su celular, con tanta vehemencia que creyó enloquecer. Los rostros de los transeúntes se desdibujaban a su paso. Empezó a detestar el mundo, sin saber por qué. Sólo ansiaba con desesperación volver a su casa.
La vuelta fue penosa: viajó mal, en un tren repleto y con un aire que olía a pesadez, a piel ajada. Cuando llegó a su casa, buscó las llaves y no las halló. Se maldijo: Había olvidado cerrar otra vez. Pero la escalofriante sensación de que algo le faltaba resurgió y se apresuró a entrar. Lógicamente la puerta estaba abierta.
Se sintió mejor, como con liviandad. Llegó a su cuarto y cuando entró vio al ser que más amaba en el mundo, en una silla, con los codos en las rodillas y agarrando su cabeza con las manos. Sonrió: allí estaba su amor, en su casa, esperando su regreso.
Pero cuando vio su cama, como la había dejado por la mañana, por fin comprendió qué era lo que había olvidado, lo que le faltaba:
Allí estaba su cuerpo, tendido en la misma posición en que se acostó la noche anterior, frío y rígido. Las flores en su mesita de luz, putrefactas, llenaban el aire de hastío.
Ire@- Administradora
- Mensajes : 307
Fecha de inscripción : 06/07/2012
Edad : 48
Localización : Baires
Re: Cosas de Papiro
Conmovedor...tragico...
aliassara- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Edad : 43
Localización : delante del pc
Cosas de Papiro
Muy triste el relato , una pregunta Ire los otros relatos que tenias en la otra casa ,Los de Papiro , los terminaras aqui o me tendre que quedar con las ganas de saber que hubiera pasado con Josie y los Vaqueros .Besos .
jazmin69- Mensajes : 533
Fecha de inscripción : 18/07/2012
Localización : España
Re: Cosas de Papiro
Quiero el final de Josi y del otro trio tambieeeeeeennn!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Encima quedamos en ascuas con las dos historias, en una con el accidentado y en la otra le tocan la puerta dos bombones!!!! PORFIIIII!!!!!!!!! no nos dejes asi!!!!!!!
Encima quedamos en ascuas con las dos historias, en una con el accidentado y en la otra le tocan la puerta dos bombones!!!! PORFIIIII!!!!!!!!! no nos dejes asi!!!!!!!
SOL@- Colaboradora
- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Edad : 51
Localización : Argentina
Re: Cosas de Papiro
si porfi Ire cuentanos si vas a continuar con esta historia, gracias
romantic@- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Re: Cosas de Papiro
SIIIIIIIIIIII, voy a seguir con todas las historias. No las voy a dejar colgadas sin saber el final, lo que pasa es que he tenido mucho trabajo y poca intimidad para escribir tranquila, pero las ideas están ahí y las ganas también.
Ire@- Administradora
- Mensajes : 307
Fecha de inscripción : 06/07/2012
Edad : 48
Localización : Baires
Cosas de Papiro
Vaya que bien , asi no me quedaré con las ganas , pero poco a poco ,si tienes trabajo tomatelo con calma esperaremos . Besos .
jazmin69- Mensajes : 533
Fecha de inscripción : 18/07/2012
Localización : España
Re: Cosas de Papiro
Gracias Ire
teresa.7- Mensajes : 424
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Edad : 56
Localización : Canarias España
Re: Cosas de Papiro
Muchas gracias un poco triste
rosaezquerro- Mensajes : 807
Fecha de inscripción : 30/12/2013
Re: Cosas de Papiro
Un relato muy bonito y tenéis razón es muy triste
isantce- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 13/09/2012
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
|
|