Fantasías compartidas
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Re: Fantasías compartidas
Vale, vale, esperamos...........
jfl- HC
- Mensajes : 1037
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Re: Fantasías compartidas
Pero Ire !!!!siiiiiiii nooooooo estamooooooooossss impacienteeeeeeeesss!!! que prisa hay????? (este pa Matias)
sole- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 06/07/2012
Localización : ASTURIAS
Re: Fantasías compartidas
jajajajaja........ Sole, genial
jfl- HC
- Mensajes : 1037
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Re: Fantasías compartidas
¡¡¡LLEGÓ!!!
(está sin editar, así que si hay alguna palabra en "argentino" avisen)
De Matías:
Mi parte:
Llego a casa. Mi mente y mi cuerpo son solo pedazos de carnes. Simplemente como un autómata voy descendiendo del coche, entro a casa y sin pensar me dirijo directo al baño. Al llegar me saco y tiro las ropas que guardan el olor y el recuerdo de mi humillación. Aun no entendía como me había sucedido esto y de cómo Ire había dejado que eso pasara. Lo pautado era muy claro y yo tenía mucha confianza en ella, confianza que se veía al menos manchada por el momento.
Permanezco bajo la ducha… pensando y pensando. Miles de conexiones se me cruzan por la cabeza, analizo y uno piezas. Para cuando termino mi cabeza es un embrollo digno de un paranoico esquizofrénico.
Salgo de la ducha y me pongo a preparar café, lo necesito, nunca hago negocios en caliente, siempre pienso muy bien lo que tengo que hacer, pero en este caso la ausencia de Laura me impone ser breve y conciso, así como efectivo.
Yo conocía muy bien a todas las piezas de este juego, Marcelo se ha encargado de informármelo correctamente. Yo no confiaba mucho en Ricardo, eso era así desde que éramos amigos en la escuela. El tipo siempre había sido un adinerado fanfarrón. Si casi no le creí nada la noche que en aquella reunión de egresados me contaba en falsa confidencia todas sus hazañas sexuales, todas sus conquistas y todas sus esclavas que dominaba a su voluntad. Es más tanto era mi descreimiento que mi curiosidad me llevo hacia lo que hoy era mi condena y la de mi amada esposa.
Pero como se me había ido esto de las manos, a caso Ricardo lo había planeado todo desde un principio, eso lo podía creer perfectamente, siempre había querido ser un mueve hilos y claro está que su posición, luego de casarse con Sol, le habían permitido hacerse de los recursos necesarios para tal caso.
Todavía estaba pensando en todo. En mi humillación en mi vejación, en quien podría haberse animado a hacerlo ¿Ricardo? No, no lo creía. Pero si que el fuese el que lo hubiese planificado. Ahora el tipo sabía como tenerme entre sus manos con todo esto y claro está, que yo contaba desde el inicio con una filmación como elemente de chantaje hacía mi persona. Con eso lograrían manejarme ya que no me convenía que en mi mundo se supiera lo que yo había sufrido. ¿Pero para que? ¿Con que fin?
En eso estaba pensando en cuanto veo que se corta la luz. Rápidamente y en respuesta a mi paranoia, tomo entre mis manos un cuchillo y me dirijo hacia la puerta, pero nada. Velozmente pongo en marcha el sistema de seguridad que al ingresar absorto por mis penurias he olvidado de conectar y a continuación vuelvo a ingresar a mi casa. Al dar unos pasos, noto como la luz comienza a titilar, es claro que hay alguien dentro de casa, lo presiento, como también está en mi cabeza de que han intentado desconectar la alarma, pues un corto circuito indica aun la mala conexión. Doy tres pasos más y me encuentro con Ire. ¿Que hace aquí? ¿Quien es está tipa? Sin dudas se que no es quien dice ser, sino no habría podido ingresar de esta forma a mi casa. Además, con lo de las fotos, lo de la vejación, mi confianza en ella a llegado al limite cero. Y casi in poder decir ni una palabra, Ire comienza con la voz mandante:
I: No digas nada y escucha, si algo aprecias tu vida y la de Laura.
Sin dudas Ire me había sorprendido. Esto no me hubiera pasado en otros momentos, de esa forma establezco mi debilidad mental basada en mis preocupaciones por el destino de mi esposa y claramente no confiaba en ella aun aunque sus gestos y actitudes demostrasen preocupación y arrepentimiento.
I: Siéntate, pero antes sírveme una taza de ese café que acabas de hacer. Sonaba misteriosa, demandante, pero eso era un papel que ella asumía cuando la embargaba a preocupación. Yo ya había medido sus polos cuando la había tomado por la fuerza sorprendiéndola por completo.
Sin dejarme arrastrar por la violencia, le serví su café y me quede a la espera, con el silencio como armamento a que se desarmara, a que me diera más datos con los que poder trabajar. Tuve que soportar lo indecible cuando en su papel de dominadora me ordeno sentarme, Irene estaba a un paso de perder su cabeza con mi cuchillo y jugaba en su claro desconocimiento de quien era yo realmente.
En silencio y actuando mi papel me senté, complaciéndola así con lo que ella quería recibir como respuesta y para no cohibirla de cumplir su cometido. Necesitaba información y ella la tendría. Solo pensaba en la forma correcta de arrancársela de sus labios, pero no hizo falta.
I: Bien, muy rico tu café, Matías. Ahora te voy a contar de qué va todo esto.
Al escucharla hablarme de esa forma tan altanera, tuve que apretar los dedos de los pies para no descuartizarla allí mismo en su propia silla, pero eso de nada me serviría, sin dudas era el momento que tanto estaba esperando, el momento en que me daría al fin algo de información de lo que estaba pasando. Dude de mis expectativas, manipulando el cuchillo que tenía escondido bajo la manga. Su silencio se prolongaba demasiado en indirecta proporción con su esperanza de vida. Pero al fin las palabras comenzaron a salir por su boca:
En esa hora y media, bajo mi atenta mirada. Irene me relato todo lo que para ella estaba sucediendo, dejando a las claras, la absoluta participación de mi viejo amigo Ricardo como yo lo sospechaba, así como también los motivos detrás de sus planes y el uso de todos sus recursos para obtener los resultados esperados, recursos como Ire, Roxana y aquel asqueroso matón que me había vejado y humillado. Así también me quedo a la clara la existencia de ese contundente video en el que se jugaba mi reputación y mi destino.
Lo que me quedaba en claro es todo sus comentarios, era que ella sin duda había sido parte en estos planes desde un principio, pero el hecho de su arrepentimiento y sinceramiento era lo que aun la mantenía con vida. Sin dudas, Ire era una chica con suerte, aun bajo su desconocimiento de ella.
En esos interminables minutos mientras la escuchaba, iba analizando y atando todos los cabos sueltos que no me cerraban bajo la ducha. Ahora todo estaba claro y despejado para mí.
M: Ire. ¿Quieres algo de comer? Debes de tener algo de hambre. Le ofrecí. Y en su aceptación desaparecí por unos instantes de enfrente suyo, los necesarios como para darme tiempo de ordenar a Marcelo y a mi gente para que acudieran raudamente baje la utilización de la palabra clave que demandaba la máxima emergencia.
Con eso ya cumplido, volví junto a Ire, a practicar mi papel de tipo humillado con cara de cordero preocupado.
En esos veinte minutos Irene me termino de contar otros elementos que no hacían más que darme el resto de los elementos que necesitaba para terminar de comprender el móvil de las acciones de Ricardo.
Ricardo se dedicaba a la industria de comunicación, presidiendo el directorio de una de las principales empresas del medio, de donde Sol, su esposa, poseía las acciones mayoritarias de la misma.
Claro estaban entonces los objetivos que Ricardo perseguía. Estos no eran más que lo que me había solicitado infinidad de veces y a los cuales me había negado rotundamente, incluso ofreciéndome favores sexuales, o sea, Ricardo quería conseguir el apoyo y los favores de mis contactos políticos y por eso, ante ésta constante negativa de mi parte, pensaba que si sometía mi voluntad en pos de lograr lo que deseaba, lograría al fin su cometido.
Esto no dejaba más que ver la poca audacia que su mente como empresario en su pobre papel de gangster de juguetería era lo que Ricardo siempre utilizaba para superar las trabas e impedimentos que se le presentaban en el camino, como aquella vez en la que no podía acceder a la compra de una empresa estratégica para su rubro y que tanto dolor de cabeza le causaba. Claro está que en aquella oportunidad, e enfrentaba ante una simple ama de casa y madre de familia. Pero en esta ocasión su rival era de otro peso.
La forma en que Ricardo había planificado todo esto, también caía en gracia ante los métodos utilizados, ofreciéndole a una inocente mujer como Ire, el hecho de cumplir los sueños de su postergado proyecto de editar sus libros con una rotunda campaña de publicidad que le aseguraría el éxito y un nombre de peso en el medio, como también lo era el caso con la pobre e inocente Roxana. La única diferencia era que Roxana no había acudido a mí como lo era en el caso de Ire. Ella ignorando el terreno que pisaba en está oportunidad, se decidió por cumplir sin ningún arrepentimiento las tareas impuestas por su estúpido e incauto jefe.
Ahora bien, que peso tenía esto para mí. Valdría ese arrepentimiento su peso en sangre o la vida de Ire también debería de ser tomada como se toma el agua de un arroyo. En eso estaba cuando Marcelo y quince de mis hombres irrumpieron en la sala para sorpresa de Ire.
Ahora para ella estaba claro que el juego había cambiado. Ahora ella no era ni sumisa ni dominatriz, Ella era mía y no en el sentido sexual de la palabra, su vida estaba en mis manos como se sostiene a un delicado canario entre los dedos de un ser humano. Ella inmediatamente lo notó, no era tonta y comenzaba poco a poco a entender las reglas de un juego que hasta ese entonces no comprendía. Sólo que a pesar de esto, me divertía observar como se mantenía en su papel de Female que sólo era delatado por las entrecortadas palabras que ahora salía de su temblorosos labios y las que yo cambiando mi papel por uno mas acorde a mi ira, le escuchaba pronunciar.
I: Bue… no. Es.. ss… so es más o menos to… do lo que pas… a Mat… ias.
M: ¿Estas segura? Le recalque. Como, quien en solo dos palabras, expresara un destino trágico si es que me pretendía seguir ocultando sus secretos.
M: ¿Y laura? ¿Dónde esta mi esposa? ¿Lo sabes?
I: Pues no… Le escuche comenzar a decir. Pero interrumpiéndola con un carraspeo simple de mi voz mientras observaba fijamente a Marcelo parado detrás de ella. Marcelo simplemente procedió a apoyar sus manos amablemente sobre sus hombros, pero eso fue suficiente para que entendiera el mensaje.
I: Pues… Pues… No. No lo sé. Te lo digo de verdad. Lo… Lo ultimo que ssss… Sé, es que la tenía Rox y un gu… guardia de seguridad en la casa de Rox.
M: Entonces sabes donde está.
I: No… No tengo la dirección exacta pero déjame… yo te lo puedo averiguar.
M: OK. Adelante. Pero pon tu vida en ello. Porque es así.
En los próximos minutos escuchamos a Ire charlar con Ricardo, su amo y que con la excusa de decirle que todo estaba en orden y que Matías estaba tranquilo y sometido a su voluntad, todo marchaba según lo previsto. Lo único que faltaba era llegar hasta Roxana para relevarla de sus obligaciones.
I: Ya sabes mi amo. Ella no es de confiar… Aja… OK. Ya mismo salgo para allá. Lo mantengo al tanto. OK… OK… Gracias mi amo. Aquí está su esclava para servirle.
I: Listo… Ya tengo su dirección. Laura está con ella, pero debemos apresurarnos. No sabes lo que pueden hacer con ella. Son muy insensatos.
M: Apresurarnos, dices. Nosotros nos quedaremos aquí. Marcelo… Encárgate. Tráeme a Laura de vuelta y borra todas las pruebas de la existencia de está gente.
Marcelo en el más absoluto silencio desapareció por la puerta junto con la mitad de los hombres en su poder y dándole indicaciones al resto para rodear la casa por la posibilidad de una revancha inesperada. Ahora la casa estaba blindada y todo estábamos a salvo adentro de ella.
Entonces prosigo con el protocolo de acción necesario en estos casos, tomando mi teléfono particular codificado, he informando a mis contactos acerca de la osada maniobra que Ricardo había planificado. De contacto en contacto voy pasando e informando acerca de sus planes y uno a otro van cerrando y acordonando, pero sin dejar aviso los pasos a seguir. Desde hoy la vida de Ricardo y de los suyos cambiaria para siempre.
En cuanto termino levanto mi mirada y la poso directamente en el rostro de Ire, mi olvidada y relegada amiga. Ella como hipnotizada por el terror se saberse sin escapatoria solo se limitaba a dejar caer las gotas de sudor por su frente. En ese contexto le dedique mi tiempo:
M: Ahí… Ire… Ire… ¿Que voy a hacer contigo mujer? A mis palabras solo el silencio se le correspondió. Me encantaba su rendición y empezaba a excitarme con ello.
M: Cuéntame ¿Cómo está tu marido? ¿Bien? Mira que muchacho más aburrido. Sin dudas prefiero tu compañía antes que la de él. Te comente como para romper una espesa capa de hielo y tensión que flotaba en el ambiente.
I: Pues… No sé. Al parecer correrá la misma suerte que Laura. Solo que yo parezco carecer de tus recursos para salvarlo. Mi amo…
M: Ricardo… Ricardo… Así se llama… No le digas Amo. Lo único que tiene de Amo, se agotara en las próximas horas. Créeme.
I: Bueno… Ricardo me ha dicho que se deshará de él, como de Rox.
M: No, eso es un lujo que no le daré. Eso lo haré yo mismo. No ese imbécil. Lo digo por Rox, no por tu marido. Pero te he preguntado ¿Donde está Carlos tu marido?
I: Pues en casa. El no sabe nada de todo esto y…
M: Mejor. Vida mejor. No sabes lo mucho que me saldrá en dinero calmar el enojo de Laura. Que por cierto… Permíteme un momento. Con esto en mente, comienzo a marcar el teléfono de Cristian, mi contacto encargado de realizar un trabajo de falsificación fotográfica para convencer a Laura de que las fotos estaban trucadas.
M: Cristian… ¿Todo bien? ¿Ya esta todo listo? Perfecto… Alcánzamelas ahora mismo, las necesito antes de que llegue Laura. OK. Te doy media hora. ¿OK? Bárbaro… Mañana te mandare otras… Las de una amiga… Si… Si… La misma… Si. OK. Gracias. Nos vemos mañana. Chau. Perdón Ire. Te cuento que Cristian se encargara de hacer lo mismo con tus fotos.
I: Gracias… Pero no hace falta… Veras… Mi simple mirada con tono a ira, le hizo comprender a Ire que mis palabras no se cuestionan, dejando de excusarse para transformarlas en un simple. OK. Gracias Matías.
M: De nada hermosa. Pero sigamos charlando. Veras te contare como seguiremos adelante. Tu honestidad hoy te ha salvado la vida. Créelo. Y porque me has hecho sentir muy a gusto, no quisiera perder los juegos que hacemos juntos. De más esta decirte que yo me encargaré de todo. De tu marido, de tus libro y de las demás mierdas. Eso si quiero para mañana mismo y sin excusas el video que se filmo hoy a la tarde… tú sabes cual…
I: Si claro.
M: Tú sabrás lo que tendrás que hacer para recuperarlo, eso no es mi problema. Si lo haces te prometo que la retribución no será solo el proyecto de publicación de tu libro y demás accesorias necesarias para su exitosa publicación. Verás como Ricardo saldrá del ruedo, necesitamos gente para llevar adelante las cosas que el dejara vacante y esa eres tú. Ya me has demostrado tu sinceridad. Pero si intentas, si lo piensas al menos en traicionarme o en mentirme, por mas inocente que sea esa mentira, te juro que… Bueno ya sabes…
I: Yo nunca intente traicionarte. Lo sabes. Simplemente el juego se dio así y de pronto se nos fue de las manos. Tú lo sabes.
M: Si que lo sé. Por eso aún respiras, vida. La verdad es que el tonto he sido yo al confiar en quien no se debía confiar y por jugaren un terreno que desconozco y el cual tu lo manejas mejor que yo. En eso mi teléfono suena. Es Marcelo. Ya ha pasado una hora desde que partió de aquí.
M: Ire… Disculpa… Hola… Si. ¿Listo? BIENNNNNNN. Llévala ya sabes donde. ¿Te vio? ¿No? Perfecto. OK. Déjala con ellos y ven aquí inmediatamente. Te quiero aquí en quince minutos. Apresúrate.
M: Vez Ire. Así se hacen las cosas…
Quince minutos exactos y Marcelo entra por la puerta.
Matías: Cuéntame.
Marcelo: Todo esta hecho como usted lo pidió, señor
Matías: ¿Roxana?
Marcelo: No está más, al igual que el guardia. Ellos simplemente no están más, señor. Nadie estuvo allí y todo quedo perfectamente acomodado, señor.
Matías: Perfecto. ¿Laura?
Marcelo: Pues está con los hombres, señor. Como usted lo indico.
Matías: Perfecto también. ¿Sabes que hacer? Tiene que seguir creyendo que está secuestrada. Es por su propia seguridad. Hasta que esto no termina la mantendremos así para que nunca se entere de que es lo que pasa ¿Comprendes?
Marcelo: Si señor. Como usted diga, señor. Acá tengo las falsificaciones de Cristian señor.
Matías: OK. Llévalas y deja que ella misma las descubra. Así se convencerá de que eran simples falsificaciones para llevarla a su propio secuestro. ¿Entiendes?
Marcelo: Si señor. Comprendo perfectamente. Serán dejadas para simular un descuido de sus secuestradores.
Matías: Ah. Y no te olvide de llevarle ropa, zapatos, perfumes y todo lo que desea. Ya sabes como se pone si le faltan sus cosas. Y trátenlas con cuidado. Matare al que la maltrate.
Marcelo: Eso nunca pasará señor. Quédese tranquilo. La señora Laura será cuidada correctamente.
Matías: No. Denle una paliza moderada de vez en cuando, así se cree su situación. No queremos que sospeche. Pero eso si, con cuidado. No le vendrá mal algún que otro cachetazo para calmarla. Eso si, haz que lo haga alguien de afuera y luego mátalo. Nadie toca a mi esposa y vive para contarlo ¿Comprendes?
Marcelo: Comprendido, señor. ¿Que hacemos con ella señor? Preguntando por Ire claramente.
Matías: Déjala conmigo. Nos estamos entendiendo. Ya hemos arreglado nuestras diferencias y somos otra vez amigos ¿No Ire?
Irene: Si. Claro. Respondió mirando de reojo a Marcelo que tenia en su mano llena de sangre una pistola calibre 44, la cual enfundó inmediatamente al escucharme.
Matías: Ya puedes retirarte. Báñate y llama a los tuyos para informarle que esta noche no irás a casa. Y por cierto, manda a cuatro de los nuestros a cuidarlos. Hoy te has cargado a alguien pesado y no queremos que les pase nada y los que estuvieron contigo mándalos ahora mismo a Uruguay a la casa de campo. Les daremos vacaciones pagas. Tienen que desaparecer por un tiempo. Mi socio se encargara de ellos allá. Pero deben de salir hoy mismo.
Así terminaba la 1ra parte de mi respuesta a mi querido amigo Ricardo.
Matías: Ire. Quiero que te vayas ahora mismo a tu casa. Tu vida debe de seguir igual que siempre. Y recuerda lo que hablamos ¿Si?
Irene: Si. Ah y Matías… Gracias.
Con todo en curso me dispuse a irme a dormir.
Al otro día, la luz de las cortinas que se habrían automáticamente a la hora programada, anunciaban un nuevo día. Inmediatamente me puse en contacto tanto con Marcelo como con Ire. A Marcelo le indique el OK para nuestro segundo paso, ir por Ricardo, solo para después llamar a Ire para ponerla al tanto de todo.
M: Hola Ire. ¿Ya estas ahí? OK. Te cuento. Quiero que sepas que hoy mismo secuestraran a Ricardo. Te lo informo para que no dejes de jugar a la esclava y que tomes los resguardos del caso para porter tu integridad. Las cosas se pondrán violentas por ahí. ¿OK?... Perfecto… Dale… Nos vemos.
Las órdenes estaban dadas. Ahora tan solo desayunaría y esperaría por los resultados.
Dos horas más tarde recibo la llamada de Marcelo.
Matías: ¿QUE?… ¿Que pasa?... ¿Pero que pasa?... Tranquilízate… ¿Dime que pasa? OK… Entiendo… Tranquilo… Ve para la posición seis… Te espero allí.
Marcelo me contó a los gritos y entre quejas de dolor, como Ricardo había escapado. Sin dudas estaba herido, pero a pesar de eso se pudo hacer con Sol, su esposa. Ahora la cosa cambiaba radicalmente.
Sin dudas ella pagaría muy caro, la osadía de Ricardo de secuestrar a mi esposa. Yo mismo me encargaría de domesticar a bien a su señora como pago de su osadía.
Camino a la posición señalada para nuestro encuentro, es que llamo a Ire.
M: Ire. Salte ya mismo de ahí. Cambio de planes. Te necesito aquí…. OK… Tú sal ahora mismo. Yo te daré las indicaciones sobre donde nos encontraremos. OK. Te espero en quince minutos. OK. Le respondí y corte la comunicación para llamar a mis contactos.
Frene el coche. Me calmé y decidí cambiar mi destino. No me encontraría con Marcelo en el punto seis, por lo que lo llame y se lo comunique, dándole expresas órdenes de que se calmara y que se mantuvieran en las sombras hasta nuevo aviso. Una guerra había comenzado y yo llevaba la ventaja, pero no debía regalar con un paso en falso. Ahora estaba Ire y todo debía de ser recalculado para mantener mi posición a salvo. Dos minutos después me llama mi contacto, los allanamientos a todas las instalaciones de las empresas de Ricardo, así como los embargos de todas sus propiedades estaban firmes y desarrollándose. Eso me alegro. Ahora el maldito no tendría un sólo peso con que librar su batalla y ningún escondite para poder esconderse. Todo iba según el guión previsto, salvo con algunos cambios de ultimo momento, pero no me podía relajar.
En esa me suena el celular. Era Ire solicitándome la ubicación del punto de encuentro se la doy. Le indico un hotel de mala muerte a las afuera de la cuidad en diez minutos. Recibo su OK y salgo hacía allí.
Al llegar me la encuentro en la puerta del hotel, está bellísima. Pido un cuarto el 43 me informa el conserje. La miro a Ire y le digo:
M: Ven necesito relajarme. Tu sabrás como.
Ella se ríe y me deja pasar delante de ella que cierra la puerta detrás de mí.
Continuará…
(está sin editar, así que si hay alguna palabra en "argentino" avisen)
De Matías:
Mi parte:
Llego a casa. Mi mente y mi cuerpo son solo pedazos de carnes. Simplemente como un autómata voy descendiendo del coche, entro a casa y sin pensar me dirijo directo al baño. Al llegar me saco y tiro las ropas que guardan el olor y el recuerdo de mi humillación. Aun no entendía como me había sucedido esto y de cómo Ire había dejado que eso pasara. Lo pautado era muy claro y yo tenía mucha confianza en ella, confianza que se veía al menos manchada por el momento.
Permanezco bajo la ducha… pensando y pensando. Miles de conexiones se me cruzan por la cabeza, analizo y uno piezas. Para cuando termino mi cabeza es un embrollo digno de un paranoico esquizofrénico.
Salgo de la ducha y me pongo a preparar café, lo necesito, nunca hago negocios en caliente, siempre pienso muy bien lo que tengo que hacer, pero en este caso la ausencia de Laura me impone ser breve y conciso, así como efectivo.
Yo conocía muy bien a todas las piezas de este juego, Marcelo se ha encargado de informármelo correctamente. Yo no confiaba mucho en Ricardo, eso era así desde que éramos amigos en la escuela. El tipo siempre había sido un adinerado fanfarrón. Si casi no le creí nada la noche que en aquella reunión de egresados me contaba en falsa confidencia todas sus hazañas sexuales, todas sus conquistas y todas sus esclavas que dominaba a su voluntad. Es más tanto era mi descreimiento que mi curiosidad me llevo hacia lo que hoy era mi condena y la de mi amada esposa.
Pero como se me había ido esto de las manos, a caso Ricardo lo había planeado todo desde un principio, eso lo podía creer perfectamente, siempre había querido ser un mueve hilos y claro está que su posición, luego de casarse con Sol, le habían permitido hacerse de los recursos necesarios para tal caso.
Todavía estaba pensando en todo. En mi humillación en mi vejación, en quien podría haberse animado a hacerlo ¿Ricardo? No, no lo creía. Pero si que el fuese el que lo hubiese planificado. Ahora el tipo sabía como tenerme entre sus manos con todo esto y claro está, que yo contaba desde el inicio con una filmación como elemente de chantaje hacía mi persona. Con eso lograrían manejarme ya que no me convenía que en mi mundo se supiera lo que yo había sufrido. ¿Pero para que? ¿Con que fin?
En eso estaba pensando en cuanto veo que se corta la luz. Rápidamente y en respuesta a mi paranoia, tomo entre mis manos un cuchillo y me dirijo hacia la puerta, pero nada. Velozmente pongo en marcha el sistema de seguridad que al ingresar absorto por mis penurias he olvidado de conectar y a continuación vuelvo a ingresar a mi casa. Al dar unos pasos, noto como la luz comienza a titilar, es claro que hay alguien dentro de casa, lo presiento, como también está en mi cabeza de que han intentado desconectar la alarma, pues un corto circuito indica aun la mala conexión. Doy tres pasos más y me encuentro con Ire. ¿Que hace aquí? ¿Quien es está tipa? Sin dudas se que no es quien dice ser, sino no habría podido ingresar de esta forma a mi casa. Además, con lo de las fotos, lo de la vejación, mi confianza en ella a llegado al limite cero. Y casi in poder decir ni una palabra, Ire comienza con la voz mandante:
I: No digas nada y escucha, si algo aprecias tu vida y la de Laura.
Sin dudas Ire me había sorprendido. Esto no me hubiera pasado en otros momentos, de esa forma establezco mi debilidad mental basada en mis preocupaciones por el destino de mi esposa y claramente no confiaba en ella aun aunque sus gestos y actitudes demostrasen preocupación y arrepentimiento.
I: Siéntate, pero antes sírveme una taza de ese café que acabas de hacer. Sonaba misteriosa, demandante, pero eso era un papel que ella asumía cuando la embargaba a preocupación. Yo ya había medido sus polos cuando la había tomado por la fuerza sorprendiéndola por completo.
Sin dejarme arrastrar por la violencia, le serví su café y me quede a la espera, con el silencio como armamento a que se desarmara, a que me diera más datos con los que poder trabajar. Tuve que soportar lo indecible cuando en su papel de dominadora me ordeno sentarme, Irene estaba a un paso de perder su cabeza con mi cuchillo y jugaba en su claro desconocimiento de quien era yo realmente.
En silencio y actuando mi papel me senté, complaciéndola así con lo que ella quería recibir como respuesta y para no cohibirla de cumplir su cometido. Necesitaba información y ella la tendría. Solo pensaba en la forma correcta de arrancársela de sus labios, pero no hizo falta.
I: Bien, muy rico tu café, Matías. Ahora te voy a contar de qué va todo esto.
Al escucharla hablarme de esa forma tan altanera, tuve que apretar los dedos de los pies para no descuartizarla allí mismo en su propia silla, pero eso de nada me serviría, sin dudas era el momento que tanto estaba esperando, el momento en que me daría al fin algo de información de lo que estaba pasando. Dude de mis expectativas, manipulando el cuchillo que tenía escondido bajo la manga. Su silencio se prolongaba demasiado en indirecta proporción con su esperanza de vida. Pero al fin las palabras comenzaron a salir por su boca:
En esa hora y media, bajo mi atenta mirada. Irene me relato todo lo que para ella estaba sucediendo, dejando a las claras, la absoluta participación de mi viejo amigo Ricardo como yo lo sospechaba, así como también los motivos detrás de sus planes y el uso de todos sus recursos para obtener los resultados esperados, recursos como Ire, Roxana y aquel asqueroso matón que me había vejado y humillado. Así también me quedo a la clara la existencia de ese contundente video en el que se jugaba mi reputación y mi destino.
Lo que me quedaba en claro es todo sus comentarios, era que ella sin duda había sido parte en estos planes desde un principio, pero el hecho de su arrepentimiento y sinceramiento era lo que aun la mantenía con vida. Sin dudas, Ire era una chica con suerte, aun bajo su desconocimiento de ella.
En esos interminables minutos mientras la escuchaba, iba analizando y atando todos los cabos sueltos que no me cerraban bajo la ducha. Ahora todo estaba claro y despejado para mí.
M: Ire. ¿Quieres algo de comer? Debes de tener algo de hambre. Le ofrecí. Y en su aceptación desaparecí por unos instantes de enfrente suyo, los necesarios como para darme tiempo de ordenar a Marcelo y a mi gente para que acudieran raudamente baje la utilización de la palabra clave que demandaba la máxima emergencia.
Con eso ya cumplido, volví junto a Ire, a practicar mi papel de tipo humillado con cara de cordero preocupado.
En esos veinte minutos Irene me termino de contar otros elementos que no hacían más que darme el resto de los elementos que necesitaba para terminar de comprender el móvil de las acciones de Ricardo.
Ricardo se dedicaba a la industria de comunicación, presidiendo el directorio de una de las principales empresas del medio, de donde Sol, su esposa, poseía las acciones mayoritarias de la misma.
Claro estaban entonces los objetivos que Ricardo perseguía. Estos no eran más que lo que me había solicitado infinidad de veces y a los cuales me había negado rotundamente, incluso ofreciéndome favores sexuales, o sea, Ricardo quería conseguir el apoyo y los favores de mis contactos políticos y por eso, ante ésta constante negativa de mi parte, pensaba que si sometía mi voluntad en pos de lograr lo que deseaba, lograría al fin su cometido.
Esto no dejaba más que ver la poca audacia que su mente como empresario en su pobre papel de gangster de juguetería era lo que Ricardo siempre utilizaba para superar las trabas e impedimentos que se le presentaban en el camino, como aquella vez en la que no podía acceder a la compra de una empresa estratégica para su rubro y que tanto dolor de cabeza le causaba. Claro está que en aquella oportunidad, e enfrentaba ante una simple ama de casa y madre de familia. Pero en esta ocasión su rival era de otro peso.
La forma en que Ricardo había planificado todo esto, también caía en gracia ante los métodos utilizados, ofreciéndole a una inocente mujer como Ire, el hecho de cumplir los sueños de su postergado proyecto de editar sus libros con una rotunda campaña de publicidad que le aseguraría el éxito y un nombre de peso en el medio, como también lo era el caso con la pobre e inocente Roxana. La única diferencia era que Roxana no había acudido a mí como lo era en el caso de Ire. Ella ignorando el terreno que pisaba en está oportunidad, se decidió por cumplir sin ningún arrepentimiento las tareas impuestas por su estúpido e incauto jefe.
Ahora bien, que peso tenía esto para mí. Valdría ese arrepentimiento su peso en sangre o la vida de Ire también debería de ser tomada como se toma el agua de un arroyo. En eso estaba cuando Marcelo y quince de mis hombres irrumpieron en la sala para sorpresa de Ire.
Ahora para ella estaba claro que el juego había cambiado. Ahora ella no era ni sumisa ni dominatriz, Ella era mía y no en el sentido sexual de la palabra, su vida estaba en mis manos como se sostiene a un delicado canario entre los dedos de un ser humano. Ella inmediatamente lo notó, no era tonta y comenzaba poco a poco a entender las reglas de un juego que hasta ese entonces no comprendía. Sólo que a pesar de esto, me divertía observar como se mantenía en su papel de Female que sólo era delatado por las entrecortadas palabras que ahora salía de su temblorosos labios y las que yo cambiando mi papel por uno mas acorde a mi ira, le escuchaba pronunciar.
I: Bue… no. Es.. ss… so es más o menos to… do lo que pas… a Mat… ias.
M: ¿Estas segura? Le recalque. Como, quien en solo dos palabras, expresara un destino trágico si es que me pretendía seguir ocultando sus secretos.
M: ¿Y laura? ¿Dónde esta mi esposa? ¿Lo sabes?
I: Pues no… Le escuche comenzar a decir. Pero interrumpiéndola con un carraspeo simple de mi voz mientras observaba fijamente a Marcelo parado detrás de ella. Marcelo simplemente procedió a apoyar sus manos amablemente sobre sus hombros, pero eso fue suficiente para que entendiera el mensaje.
I: Pues… Pues… No. No lo sé. Te lo digo de verdad. Lo… Lo ultimo que ssss… Sé, es que la tenía Rox y un gu… guardia de seguridad en la casa de Rox.
M: Entonces sabes donde está.
I: No… No tengo la dirección exacta pero déjame… yo te lo puedo averiguar.
M: OK. Adelante. Pero pon tu vida en ello. Porque es así.
En los próximos minutos escuchamos a Ire charlar con Ricardo, su amo y que con la excusa de decirle que todo estaba en orden y que Matías estaba tranquilo y sometido a su voluntad, todo marchaba según lo previsto. Lo único que faltaba era llegar hasta Roxana para relevarla de sus obligaciones.
I: Ya sabes mi amo. Ella no es de confiar… Aja… OK. Ya mismo salgo para allá. Lo mantengo al tanto. OK… OK… Gracias mi amo. Aquí está su esclava para servirle.
I: Listo… Ya tengo su dirección. Laura está con ella, pero debemos apresurarnos. No sabes lo que pueden hacer con ella. Son muy insensatos.
M: Apresurarnos, dices. Nosotros nos quedaremos aquí. Marcelo… Encárgate. Tráeme a Laura de vuelta y borra todas las pruebas de la existencia de está gente.
Marcelo en el más absoluto silencio desapareció por la puerta junto con la mitad de los hombres en su poder y dándole indicaciones al resto para rodear la casa por la posibilidad de una revancha inesperada. Ahora la casa estaba blindada y todo estábamos a salvo adentro de ella.
Entonces prosigo con el protocolo de acción necesario en estos casos, tomando mi teléfono particular codificado, he informando a mis contactos acerca de la osada maniobra que Ricardo había planificado. De contacto en contacto voy pasando e informando acerca de sus planes y uno a otro van cerrando y acordonando, pero sin dejar aviso los pasos a seguir. Desde hoy la vida de Ricardo y de los suyos cambiaria para siempre.
En cuanto termino levanto mi mirada y la poso directamente en el rostro de Ire, mi olvidada y relegada amiga. Ella como hipnotizada por el terror se saberse sin escapatoria solo se limitaba a dejar caer las gotas de sudor por su frente. En ese contexto le dedique mi tiempo:
M: Ahí… Ire… Ire… ¿Que voy a hacer contigo mujer? A mis palabras solo el silencio se le correspondió. Me encantaba su rendición y empezaba a excitarme con ello.
M: Cuéntame ¿Cómo está tu marido? ¿Bien? Mira que muchacho más aburrido. Sin dudas prefiero tu compañía antes que la de él. Te comente como para romper una espesa capa de hielo y tensión que flotaba en el ambiente.
I: Pues… No sé. Al parecer correrá la misma suerte que Laura. Solo que yo parezco carecer de tus recursos para salvarlo. Mi amo…
M: Ricardo… Ricardo… Así se llama… No le digas Amo. Lo único que tiene de Amo, se agotara en las próximas horas. Créeme.
I: Bueno… Ricardo me ha dicho que se deshará de él, como de Rox.
M: No, eso es un lujo que no le daré. Eso lo haré yo mismo. No ese imbécil. Lo digo por Rox, no por tu marido. Pero te he preguntado ¿Donde está Carlos tu marido?
I: Pues en casa. El no sabe nada de todo esto y…
M: Mejor. Vida mejor. No sabes lo mucho que me saldrá en dinero calmar el enojo de Laura. Que por cierto… Permíteme un momento. Con esto en mente, comienzo a marcar el teléfono de Cristian, mi contacto encargado de realizar un trabajo de falsificación fotográfica para convencer a Laura de que las fotos estaban trucadas.
M: Cristian… ¿Todo bien? ¿Ya esta todo listo? Perfecto… Alcánzamelas ahora mismo, las necesito antes de que llegue Laura. OK. Te doy media hora. ¿OK? Bárbaro… Mañana te mandare otras… Las de una amiga… Si… Si… La misma… Si. OK. Gracias. Nos vemos mañana. Chau. Perdón Ire. Te cuento que Cristian se encargara de hacer lo mismo con tus fotos.
I: Gracias… Pero no hace falta… Veras… Mi simple mirada con tono a ira, le hizo comprender a Ire que mis palabras no se cuestionan, dejando de excusarse para transformarlas en un simple. OK. Gracias Matías.
M: De nada hermosa. Pero sigamos charlando. Veras te contare como seguiremos adelante. Tu honestidad hoy te ha salvado la vida. Créelo. Y porque me has hecho sentir muy a gusto, no quisiera perder los juegos que hacemos juntos. De más esta decirte que yo me encargaré de todo. De tu marido, de tus libro y de las demás mierdas. Eso si quiero para mañana mismo y sin excusas el video que se filmo hoy a la tarde… tú sabes cual…
I: Si claro.
M: Tú sabrás lo que tendrás que hacer para recuperarlo, eso no es mi problema. Si lo haces te prometo que la retribución no será solo el proyecto de publicación de tu libro y demás accesorias necesarias para su exitosa publicación. Verás como Ricardo saldrá del ruedo, necesitamos gente para llevar adelante las cosas que el dejara vacante y esa eres tú. Ya me has demostrado tu sinceridad. Pero si intentas, si lo piensas al menos en traicionarme o en mentirme, por mas inocente que sea esa mentira, te juro que… Bueno ya sabes…
I: Yo nunca intente traicionarte. Lo sabes. Simplemente el juego se dio así y de pronto se nos fue de las manos. Tú lo sabes.
M: Si que lo sé. Por eso aún respiras, vida. La verdad es que el tonto he sido yo al confiar en quien no se debía confiar y por jugaren un terreno que desconozco y el cual tu lo manejas mejor que yo. En eso mi teléfono suena. Es Marcelo. Ya ha pasado una hora desde que partió de aquí.
M: Ire… Disculpa… Hola… Si. ¿Listo? BIENNNNNNN. Llévala ya sabes donde. ¿Te vio? ¿No? Perfecto. OK. Déjala con ellos y ven aquí inmediatamente. Te quiero aquí en quince minutos. Apresúrate.
M: Vez Ire. Así se hacen las cosas…
Quince minutos exactos y Marcelo entra por la puerta.
Matías: Cuéntame.
Marcelo: Todo esta hecho como usted lo pidió, señor
Matías: ¿Roxana?
Marcelo: No está más, al igual que el guardia. Ellos simplemente no están más, señor. Nadie estuvo allí y todo quedo perfectamente acomodado, señor.
Matías: Perfecto. ¿Laura?
Marcelo: Pues está con los hombres, señor. Como usted lo indico.
Matías: Perfecto también. ¿Sabes que hacer? Tiene que seguir creyendo que está secuestrada. Es por su propia seguridad. Hasta que esto no termina la mantendremos así para que nunca se entere de que es lo que pasa ¿Comprendes?
Marcelo: Si señor. Como usted diga, señor. Acá tengo las falsificaciones de Cristian señor.
Matías: OK. Llévalas y deja que ella misma las descubra. Así se convencerá de que eran simples falsificaciones para llevarla a su propio secuestro. ¿Entiendes?
Marcelo: Si señor. Comprendo perfectamente. Serán dejadas para simular un descuido de sus secuestradores.
Matías: Ah. Y no te olvide de llevarle ropa, zapatos, perfumes y todo lo que desea. Ya sabes como se pone si le faltan sus cosas. Y trátenlas con cuidado. Matare al que la maltrate.
Marcelo: Eso nunca pasará señor. Quédese tranquilo. La señora Laura será cuidada correctamente.
Matías: No. Denle una paliza moderada de vez en cuando, así se cree su situación. No queremos que sospeche. Pero eso si, con cuidado. No le vendrá mal algún que otro cachetazo para calmarla. Eso si, haz que lo haga alguien de afuera y luego mátalo. Nadie toca a mi esposa y vive para contarlo ¿Comprendes?
Marcelo: Comprendido, señor. ¿Que hacemos con ella señor? Preguntando por Ire claramente.
Matías: Déjala conmigo. Nos estamos entendiendo. Ya hemos arreglado nuestras diferencias y somos otra vez amigos ¿No Ire?
Irene: Si. Claro. Respondió mirando de reojo a Marcelo que tenia en su mano llena de sangre una pistola calibre 44, la cual enfundó inmediatamente al escucharme.
Matías: Ya puedes retirarte. Báñate y llama a los tuyos para informarle que esta noche no irás a casa. Y por cierto, manda a cuatro de los nuestros a cuidarlos. Hoy te has cargado a alguien pesado y no queremos que les pase nada y los que estuvieron contigo mándalos ahora mismo a Uruguay a la casa de campo. Les daremos vacaciones pagas. Tienen que desaparecer por un tiempo. Mi socio se encargara de ellos allá. Pero deben de salir hoy mismo.
Así terminaba la 1ra parte de mi respuesta a mi querido amigo Ricardo.
Matías: Ire. Quiero que te vayas ahora mismo a tu casa. Tu vida debe de seguir igual que siempre. Y recuerda lo que hablamos ¿Si?
Irene: Si. Ah y Matías… Gracias.
Con todo en curso me dispuse a irme a dormir.
Al otro día, la luz de las cortinas que se habrían automáticamente a la hora programada, anunciaban un nuevo día. Inmediatamente me puse en contacto tanto con Marcelo como con Ire. A Marcelo le indique el OK para nuestro segundo paso, ir por Ricardo, solo para después llamar a Ire para ponerla al tanto de todo.
M: Hola Ire. ¿Ya estas ahí? OK. Te cuento. Quiero que sepas que hoy mismo secuestraran a Ricardo. Te lo informo para que no dejes de jugar a la esclava y que tomes los resguardos del caso para porter tu integridad. Las cosas se pondrán violentas por ahí. ¿OK?... Perfecto… Dale… Nos vemos.
Las órdenes estaban dadas. Ahora tan solo desayunaría y esperaría por los resultados.
Dos horas más tarde recibo la llamada de Marcelo.
Matías: ¿QUE?… ¿Que pasa?... ¿Pero que pasa?... Tranquilízate… ¿Dime que pasa? OK… Entiendo… Tranquilo… Ve para la posición seis… Te espero allí.
Marcelo me contó a los gritos y entre quejas de dolor, como Ricardo había escapado. Sin dudas estaba herido, pero a pesar de eso se pudo hacer con Sol, su esposa. Ahora la cosa cambiaba radicalmente.
Sin dudas ella pagaría muy caro, la osadía de Ricardo de secuestrar a mi esposa. Yo mismo me encargaría de domesticar a bien a su señora como pago de su osadía.
Camino a la posición señalada para nuestro encuentro, es que llamo a Ire.
M: Ire. Salte ya mismo de ahí. Cambio de planes. Te necesito aquí…. OK… Tú sal ahora mismo. Yo te daré las indicaciones sobre donde nos encontraremos. OK. Te espero en quince minutos. OK. Le respondí y corte la comunicación para llamar a mis contactos.
Frene el coche. Me calmé y decidí cambiar mi destino. No me encontraría con Marcelo en el punto seis, por lo que lo llame y se lo comunique, dándole expresas órdenes de que se calmara y que se mantuvieran en las sombras hasta nuevo aviso. Una guerra había comenzado y yo llevaba la ventaja, pero no debía regalar con un paso en falso. Ahora estaba Ire y todo debía de ser recalculado para mantener mi posición a salvo. Dos minutos después me llama mi contacto, los allanamientos a todas las instalaciones de las empresas de Ricardo, así como los embargos de todas sus propiedades estaban firmes y desarrollándose. Eso me alegro. Ahora el maldito no tendría un sólo peso con que librar su batalla y ningún escondite para poder esconderse. Todo iba según el guión previsto, salvo con algunos cambios de ultimo momento, pero no me podía relajar.
En esa me suena el celular. Era Ire solicitándome la ubicación del punto de encuentro se la doy. Le indico un hotel de mala muerte a las afuera de la cuidad en diez minutos. Recibo su OK y salgo hacía allí.
Al llegar me la encuentro en la puerta del hotel, está bellísima. Pido un cuarto el 43 me informa el conserje. La miro a Ire y le digo:
M: Ven necesito relajarme. Tu sabrás como.
Ella se ríe y me deja pasar delante de ella que cierra la puerta detrás de mí.
Continuará…
Ire@- Administradora
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Re: Fantasías compartidas
¿y ahora que hago???
Ire@- Administradora
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Localización : Baires
Re: Fantasías compartidas
Estoy con la lengua fuera......... sin resuello me ha dejado este capítulo , que trepidante..., vaya cambio de ritmo.
(Qué pronto se ha repuesto Matías de su humillación y ha entrado en el juego de ver quién es más malvado...(no es esa la palabra exacta que estaba buscando).
(Qué pronto se ha repuesto Matías de su humillación y ha entrado en el juego de ver quién es más malvado...(no es esa la palabra exacta que estaba buscando).
jfl- HC
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Fecha de inscripción : 17/07/2012
Re: Fantasías compartidas
Esta es la expresion de todos , que capi....pordios, se da vuelta todo el tiempo , la accion , el suspenso y bueno Ire, a consolarlo, eso es lo que te toca, vamos, a ver...........
Rochi 61- HC
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Localización : siempre aca
Fantasías compartidas
Veo que estamos de acuerdo todas que cambio ha pegadola historia , que guardadito se lo tenia Matías , cada vez la cosa se pone mejor , pero Ire no te preocupes , creo que saldras bien librada de esta, tú puedes con eso y más , sorprendenoss y espero que sea pronto , ya tengo ganas de más.Besos.
jazmin69- Mensajes : 533
Fecha de inscripción : 18/07/2012
Localización : España
Perdon por el retraso
Hola mujeres bellas del foro.
Aqui estoy... La contraparte jajajaja.
Sip... La historia cambia y cambia, esa es un poco la idea, que no sea predecible y monotona.
Obviamente en el ultimo capitulo decidi bajar un poco el contenido sexual para enfocarme más en la estructura del argumento. Pero a no desesperar, la cosa se pone muy picante en breve y con nuevas participaciones. Prometemos incluir nuevos personajes basados en la participación de las seguidoras de este relato. MMMMM y muy perversas... De diseño casi jjajajajaj.
Bueno, espero que les sea de su agrado. Todo lo que hago sigue ese fin, el de entrenerlas, asombrarlas y porque no... mojarlas un poco, si es que lo logro jajajajaja.
Por siempre de ustedes.
Matías
Aqui estoy... La contraparte jajajaja.
Sip... La historia cambia y cambia, esa es un poco la idea, que no sea predecible y monotona.
Obviamente en el ultimo capitulo decidi bajar un poco el contenido sexual para enfocarme más en la estructura del argumento. Pero a no desesperar, la cosa se pone muy picante en breve y con nuevas participaciones. Prometemos incluir nuevos personajes basados en la participación de las seguidoras de este relato. MMMMM y muy perversas... De diseño casi jjajajajaj.
Bueno, espero que les sea de su agrado. Todo lo que hago sigue ese fin, el de entrenerlas, asombrarlas y porque no... mojarlas un poco, si es que lo logro jajajajaja.
Por siempre de ustedes.
Matías
matiasx- Autor@
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 19/07/2012
Edad : 48
Localización : Cap Federal
Re: Fantasías compartidas
Gracias Matias esperabamos tu vuelta....mientras Ire nos calmaba, muy bueno el relato, (queja, no nos hagas esperar tanto).
Rochi 61- HC
- Mensajes : 743
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Localización : siempre aca
CANCIÓN COMPARTIDA
Para Ire y Matias
La unión de estos dos artistas fabulosos crean una maravillosa interpretación de esta canción
La unión de estos dos artistas fabulosos crean una maravillosa interpretación de esta canción
jfl- HC
- Mensajes : 1037
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Re: Fantasías compartidas
WWWWWWWWWWWWWOOOOOOOOOOOWWWWWWWWWW!!!!
Me he quedado mas que deseosa... espero el siguiente capitulo... Ire la tiene dificil...
Gracias a los d@s.
Me he quedado mas que deseosa... espero el siguiente capitulo... Ire la tiene dificil...
Gracias a los d@s.
Nizuka- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 07/08/2012
Re: Fantasías compartidas
!!!!ahhhhhhhhhhh Ire ese puñeto de Matias:desvanécete y ponte annesica y cuando se relajen leeeeesss das cañaaaaaaaaaa!!!añaaaaaaaaaaaaa
!!!IIREE TU ERES LA AMAAA!!!
!!!IIREE TU ERES LA AMAAA!!!
sole- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 06/07/2012
Localización : ASTURIAS
Re: Fantasías compartidas
Ire, no tardes tanto como Matias en subir el capítulo.
Demuéstrale que lo tienes dominado jajajaj....
Besos
Demuéstrale que lo tienes dominado jajajaj....
Besos
jfl- HC
- Mensajes : 1037
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Re: Fantasías compartidas
Estoy con Sole[Solamente los administradores pueden ver esta imagen]
Capítulo ya
Capítulo ya
mcarmen- Mensajes : 430
Fecha de inscripción : 18/07/2012
Localización : A orillas del Lérez
Re: Fantasías compartidas
Aquí está mi parte:
Bien, todo estaba saliendo perfectamente según mis planes. Con un poco más de suerte, Matías se iba a deshacer definitivamente de mi Amo y sería un problema menos.
Toda esta fachada en la que estaba metida desde hacía tanto tiempo, ya me tenía cansada y la verdad, era que estaba siendo hora de retirarme del negocio…
Matías había al fin revelado sus recursos ante mí. Hasta ahora había fingido ser alguien que yo sabía bien que no era: un tipo sumiso y manejable. Por el contrario, y según mis investigaciones de hacía tres años atrás, Matías era un peso fuerte, aunque disimulaba muy bien. La Agencia estaría sorprendida. Los muy idiotas no habían creído en mis informes sobre él y Ricardo, mi “Amo”. Bien, era momento de jugar mis cartas, pero debía jugarlas muy bien.
Además, si todo salía según el cálculo, no sólo completaría la misión que me había sido encargada, sino que contaría con el apoyo de Matías en mi proyecto… bueno, “mi” proyecto era una manera de llamarlo. La publicación de mi supuesto libro, sin dudas me daría los beneficios necesarios para pasar a otra cosa y comenzar una nueva vida, lejos de toda esta farsa. Pero en ese momento necesitaba avisarle a Carlos de que las cosas estaban cambiando… aunque un par de horas con Matías era una tentación que ninguna mujer que se preciara como tal, podría despreciar.
Me calentaba la sangre verlo en esa actitud dominante, de la misma manera que había sucumbido al embrujo de mi “Amo” a pesar de saber que debía mantener el control para el éxito de la misión. Mi parte dominante adoraba jugar con esta clase de hombres…por más que tuviera que fingir obediencia y sumisión.
A eso era a lo que yo llamaba mi parte sumisa, aunque como muy bien Carlos había dicho una vez, de sumisa yo no tenía nada. Pero eso había sucedido hacía tanto tiempo… casi cinco años de investigación, cuando mi compañero Carlos y yo fuimos designados a esta tarea.
Matías tenía todo lo que me gustaba de un hombre, incluso más que Ricardo. Ricardo era manipulador y frío, difícil de leer y sospechaba que sus perversiones iban más allá de las que ya había conocido en carne propia. Algo oscuro se cernía sobre él, algo que en un principio me atraía pero que ahora me hastiaba y de lo que ya no quería formar parte.
Miré a Matías entrar en la habitación y quitarse la chaqueta. Sabía lo que quería y estaba dispuesta a darle más de lo que él esperaba. Lo quería tranquilo, relajado y seguro de sí mismo. Que siguiera creyendo que yo era una pobre infeliz, eso servía a mis propósitos. Pero la verdad era que me había gustado desde un principio.
Cuando comencé a trabajar en esta misión, una de las primeras cosas que hice fue seguirlo. Con una peluca de cabello negro, un par de kilos de más y un estilo completamente diferente, lo estuve siguiendo de cerca por bastante tiempo. Incluso había logrado hacerme amiga de Laura y asistir a algunas fiestas de las que ellos frecuentaban, pero lo más importante de todo fue tener acceso a su caja fuerte y sus archivos.
Era inteligente y poderoso, más poderoso de lo que mi jefe había supuesto, y en este juego, eso era lo que lo salvaría. Había información que yo me había reservado, una buena agente no comparte el cien por ciento de sus recursos, ni siquiera con sus superiores. Cuando todo esto acabara, yo tenía que salvar mi pellejo, y lo iba a lograr gracias a haber mantenido ciertas informaciones sólo para mi.
Dejó la chaqueta sobre la cama de la habitación y se giró hacia mi. Sus ojos denotaban una profunda lujuria acrecentada por la rabia de haber intentado ser manipulado. Yo sabía que la vejación que Ricardo, mi “Amo” le había impuesto, sería una daga en el costado que Matías no iba a perdonar fácilmente, y yo odiaba tener que haber participado de ella, aunque esa había sido la única forma de mantenerlo con vida, ya que si hubiera sido otra la elegida para la tarea, Matías hubiera sufrido mucho más de lo que lo había hecho. Digamos que fui el mal menor, y estaba a punto de compensarlo un poco por eso.
—¿Nos damos una ducha? —le pregunté con una sonrisa de costado, previendo todos los juegos que podríamos hacer en la ducha.
—Me encantaría, —contestó con la voz cargada de lujuria.
Me dirigí al baño quitándome la ropa a mi paso. Con tan sólo las bragas y el sujetador, abrí el agua de la ducha y probé la temperatura. Él me observaba desde la puerta con un gesto desconfiado, pero yo necesitaba quitar sus dudas por su bien y por el mío propio.
—Ven, —lo invité con un gesto.
Matías se acercó y llevé mis manos a los botones de su camisa, comenzando a desabrocharlos lentamente mientras lo miraba a los ojos.
—Relájate, vamos a pasar un buen rato, Matías. Me tienes en tu poder y lo sabes.
—Claro, — dijo un poco escéptico.
Sabía que tenía que hacer mi mejor esfuerzo para convencerlo de que no desconfiara de mi, la misión dependía de ello. Pero de todos modos era cierto, él realmente podía confiar en mi, al menos en esto. Una buena follada con este tipo era lo que quería con cada fibra de mi ser.
Abrí por completo su camisa ante su escrutinio, deslicé las palmas de mis manos por su amplio pecho y una corriente de electricidad se deslizó por mi espalda. Quería saborear cada parte de él, era algo que cada vez que estaba cerca suyo, no podía evitar.
Acerqué mi boca a su duro pezón y lamí con ansias. Él soltó un breve gruñido y se sacudió hacia delante. Yo sabía qué tan sensibles eran sus pezones y cómo trabajarlo.
Bajé mis manos a la cintura de sus pantalones y desabroché el cinturón. Sus brazos caían a los lados, como esperando cualquier movimiento en falso para cerrarse alrededor de mi cuello y apretar hasta acabar conmigo. Pero mi única intención era disfrutar del momento, aunque él no lo creyera.
Fui deslizando sus pantalones y lo sentía moverse y quitarse los zapatos. Se separó de mi el tiempo suficiente como para quitarse toda la ropa, mientras que yo lo observaba atenta.
Su polla saltó libre cuando se quitó los bóxers, y se me hizo agua la boca. Quería sentirlo muy dentro de mi garganta, saborear su rica esencia que tantas veces me había hecho delirar.
Desabroché mi sostén y deslicé mis bragas lentamente sobre mis muslos, observando cómo sus pupilas se oscurecían de deseo. ¿Qué tenía este tipo que me provocaba tanto? A pesar de que lo más probable fuera que quisiera estrangularme, me sentía mojada y necesitada. Tal vez el peligro era mi motor, como lo había sido cuando conocí a Ricardo y tuve que fingir ser su esclava sexual durante tanto tiempo. A mi pesar, había disfrutado cada segundo de aquellos encuentros.
Me deslicé dentro de la ducha y el agua demasiado caliente me hizo jadear. Él se rió bajito, con su cara de lobo hambriento observando mis pechos. Antes de meterse él mismo bajo el agua, sus manos fueron directamente a mi cabello, me tomó por la nuca y me obligó a alzar la vista hacia él.
—Ten cuidado con lo que haces o puedes salir lastimada.
Puse mi mejor cara de terror y contesté con voz trémula.
—S-sí… Matías. S-sí.
—Bien.
Su sonrisa era perversa y eso me calentó aún más. ¡Dios! ¿Qué me pasaba con éste tipo?
Cuando el agua comenzó a deslizarse por su cuerpo, no pude evitar llevar mi boca a su cuello y lamer allí, juntando en mi boca tanto su sabor como el agua caliente que caía.
Matías era delicioso, podría pasarme todo el día lamiendo su cuerpo. Una imagen cruzó por mi mente y me estremecí: él arrodillado entre mis piernas, completamente rendido y entregado a mi. Pero eso no iba a ser posible. Ya habíamos jugado a Ama y esclavo y dudaba bastante de que pudiésemos recuperar esos juegos, aunque estaba segura, los extrañaría muchísimo.
Tomó mi boca en un beso exigente, demandante y hambriento. La rabia bullía a través de sus venas, podía sentirla por más que tratase de disimularla con lujuria.
Se apoderó de mi lengua y barrió con la suya mi boca. Jadeé en sus labios cuando con mano experta pellizcó uno de mis pezones. Su mano fue bajando por mi estómago y descendió entre mis muslos.
El agua caliente de la ducha no hacía nada para disimular la excitación que se revelaba en los jugos que mi coño producía de manera abundante. Cuando él los sintió, calientes y resbaladizos sobre sus dedos, se separó de mi boca y me miró con una mirada difícil de interpretar. Luego parpadeó y se abalanzó sobre mi boca de nuevo, reclamando una entrega total
Yo estaba perdida en las sensaciones. Sentir su piel caliente y aterciopelada contra mi cuerpo, su polla apretando contra mi estómago y haciéndome desear devorarla, me estaban matando.
Puse mis manos sobre sus hombros y lo empujé un poco para separarlo. Ataqué su cuello, su mandíbula, con la feroz espada de mi lengua. Lamí cada centímetro de él, descendiendo lentamente por su estómago hasta la enhiesta verga que tanto deseaba.
Una oleada de excitación me hizo temblar cuando la tuve entre mis manos, a escasos centímetros de mi boca. Llevé mis manos a sus testículos y los amasé suavemente. Había sufrido la tortura hacía demasiado poco, así que seguramente todavía estarían sensibles. Bajé la cabeza y los lamí, succionando una dentro de mi boca a la vez que un gemido ahogado escapaba de su garganta. Lo solté y pasé al otro mientras rodeaba su polla con ambas manos, deslizándolas de arriba abajo, aprovechando el agua que caía sobre nuestros cuerpos.
Lentamente acerqué mis labios a ese rojo glande que me estaba haciendo babear mientras lo miraba a los ojos. Estaban nublados, pero ya no se notaba ese resquemor del principio.
Bien, porque lo que le iba a hacer requería de toda su confianza.
Me lo llevé a la boca y comencé a chuparlo como sabía que a él le gustaba. Jugando lamiendo, succionando… lo llevé a lo más profundo de mi garganta e instintivamente tuve el reflejo de tragar.
El grito de placer que explotó del pecho de Matías era toda la seguridad que necesitaba. Me enfoqué en su polla y continué devorándola con un hambre atroz, como si quisiera de esa manera, recompensarlo por las vejaciones sufridas.
Sus caderas se sacudían frenéticamente hacia delante, intentando acelerar un ritmo que yo mantenía muy pausado.
—¡Hija de puta! —me gritó con voz desesperada. —Deja de jugar y acaba conmigo.
Como si esperase esa orden, aceleré mi ritmo y permití que condujera sus embistes a su placer dentro de mi boca.
Sentía mis propios jugos chorrear por mis piernas mientras estaba agachada allí, sentía a Matías estremecerse contra mi y cada vez moviéndose más rápido.
Un par de segundos después, cuando volví a llevarlo bien profundo en mi boca, Matías se tensó, sus bolas se pusieron rígidas y derramó todo su semen en lo más profundo de mi garganta al tiempo que yo trababa y los movimientos involuntarios de mi boca lo volvían cada vez más loco.
Con un rugido como el de un animal herido, Matías casi se dejó caer sobre mi cuerpo. Le temblaban las piernas, así que se aferró a mi, mientras me ponía de pie y lo rodeaba con los brazos. Su orgasmo había sido devastador y todas las tensiones de los últimos días, le estaban pasando factura.
Tomé el jabón y comencé a lavar su cuerpo como si él fuese mío. Lavé su cabello mientras él recuperaba la respiración.
Una vez repuesto, quiso hacer lo mismo conmigo, pero me escabullí de la ducha y salí envuelta en una toalla hacia la cama.
—Ven Matías, aún tengo más para ti.
Ante su mirada atenta y todavía desconfiada, lo fui guiando hacia la cama. Puse una toalla seca sobre el edredón y lo insté a que se acostara en el centro, boca abajo. Cuando estuvo en la posición que lo quería, tomé de mi cartera el frasquito de aceite esencial que había llevado. Me subí a la cama, me puse desnuda a horcajadas sobre su culo y volqué unas gotas del fino aceite por su espalda.
Él se estremeció por la sensación y lo sentí tenso bajo mi cuerpo, como creyendo que iba a hacerle algo desagradable. Luego comencé a deslizar mis manos por su espalda y a ejercer presión, masajeando sus músculos y aflojando los nudos que, claramente, podía notar allí. Me dediqué a darle masajes, cada tanto bajando el torso y frotándole los pechos en la espalda cuando mi boca se acercaba a su oreja para susurrarle alguna cosa sucia que se me venía a la mente y lamer su cuello. Matías se relajaba bajo mis manos y yo cada vez me mojaba más, chorreando mis jugos sobre su delicioso culo.
Antes que pudiera hacer algo para evitarlo, él se giró, tomándome por las caderas y se puso sobre mi cuerpo. Tomó un condón de la mesita de moche, se lo colocó rápidamente y me penetró sin preliminares.
Con un rugido de satisfacción, comenzó a entrar y salir de mi cuerpo con vehemencia. Quería demostrar su posesión sobre mi, y era algo que le iba a permitir, tanto por el bien de la misión, como por las ganas que yo misma le tenía.
—Estás empapada—dijo jadeante. —Y muy caliente.
Yo sonreí y me dejé llevar por las sensaciones. Su cuerpo se sentía muy bien sobre mi, me llevaba cada vez más alto en la escalada de placer, y cuando ya casi estaba allí, aceleró el ritmo. Una oleada de sensaciones se arremolinó sobre los dos, el placer nublando nuestras mentes y quitando del medio todas las preocupaciones.
No pude contener el orgasmo devastador que me dominó, me estremecí bajo su peso en el mismo instante que lo sentí tensarse y sacudirse, presa de su propio orgasmo.
Cayó sobre sus codos y mordió mi cuello, agitado y casi sin respiración. Extendí mis manos y acaricié su espalda, su culo. Era una delicia poder estar así, sin pensar en nada.
Pero mi mente no podía desenchufarse del todo, y cuando su celular sonó, ambos nos tensamos, sabiendo que había llegado el momento de hacer frente a la realidad.
Matías se estiró y tomó el teléfono.
—¿Si?
Sus ojos, recientemente nublados por el placer, se volvieron alertas de golpe. Algo había sucedido y no daba la impresión de ser nada bueno.
Continuará…
Bien, todo estaba saliendo perfectamente según mis planes. Con un poco más de suerte, Matías se iba a deshacer definitivamente de mi Amo y sería un problema menos.
Toda esta fachada en la que estaba metida desde hacía tanto tiempo, ya me tenía cansada y la verdad, era que estaba siendo hora de retirarme del negocio…
Matías había al fin revelado sus recursos ante mí. Hasta ahora había fingido ser alguien que yo sabía bien que no era: un tipo sumiso y manejable. Por el contrario, y según mis investigaciones de hacía tres años atrás, Matías era un peso fuerte, aunque disimulaba muy bien. La Agencia estaría sorprendida. Los muy idiotas no habían creído en mis informes sobre él y Ricardo, mi “Amo”. Bien, era momento de jugar mis cartas, pero debía jugarlas muy bien.
Además, si todo salía según el cálculo, no sólo completaría la misión que me había sido encargada, sino que contaría con el apoyo de Matías en mi proyecto… bueno, “mi” proyecto era una manera de llamarlo. La publicación de mi supuesto libro, sin dudas me daría los beneficios necesarios para pasar a otra cosa y comenzar una nueva vida, lejos de toda esta farsa. Pero en ese momento necesitaba avisarle a Carlos de que las cosas estaban cambiando… aunque un par de horas con Matías era una tentación que ninguna mujer que se preciara como tal, podría despreciar.
Me calentaba la sangre verlo en esa actitud dominante, de la misma manera que había sucumbido al embrujo de mi “Amo” a pesar de saber que debía mantener el control para el éxito de la misión. Mi parte dominante adoraba jugar con esta clase de hombres…por más que tuviera que fingir obediencia y sumisión.
A eso era a lo que yo llamaba mi parte sumisa, aunque como muy bien Carlos había dicho una vez, de sumisa yo no tenía nada. Pero eso había sucedido hacía tanto tiempo… casi cinco años de investigación, cuando mi compañero Carlos y yo fuimos designados a esta tarea.
Matías tenía todo lo que me gustaba de un hombre, incluso más que Ricardo. Ricardo era manipulador y frío, difícil de leer y sospechaba que sus perversiones iban más allá de las que ya había conocido en carne propia. Algo oscuro se cernía sobre él, algo que en un principio me atraía pero que ahora me hastiaba y de lo que ya no quería formar parte.
Miré a Matías entrar en la habitación y quitarse la chaqueta. Sabía lo que quería y estaba dispuesta a darle más de lo que él esperaba. Lo quería tranquilo, relajado y seguro de sí mismo. Que siguiera creyendo que yo era una pobre infeliz, eso servía a mis propósitos. Pero la verdad era que me había gustado desde un principio.
Cuando comencé a trabajar en esta misión, una de las primeras cosas que hice fue seguirlo. Con una peluca de cabello negro, un par de kilos de más y un estilo completamente diferente, lo estuve siguiendo de cerca por bastante tiempo. Incluso había logrado hacerme amiga de Laura y asistir a algunas fiestas de las que ellos frecuentaban, pero lo más importante de todo fue tener acceso a su caja fuerte y sus archivos.
Era inteligente y poderoso, más poderoso de lo que mi jefe había supuesto, y en este juego, eso era lo que lo salvaría. Había información que yo me había reservado, una buena agente no comparte el cien por ciento de sus recursos, ni siquiera con sus superiores. Cuando todo esto acabara, yo tenía que salvar mi pellejo, y lo iba a lograr gracias a haber mantenido ciertas informaciones sólo para mi.
Dejó la chaqueta sobre la cama de la habitación y se giró hacia mi. Sus ojos denotaban una profunda lujuria acrecentada por la rabia de haber intentado ser manipulado. Yo sabía que la vejación que Ricardo, mi “Amo” le había impuesto, sería una daga en el costado que Matías no iba a perdonar fácilmente, y yo odiaba tener que haber participado de ella, aunque esa había sido la única forma de mantenerlo con vida, ya que si hubiera sido otra la elegida para la tarea, Matías hubiera sufrido mucho más de lo que lo había hecho. Digamos que fui el mal menor, y estaba a punto de compensarlo un poco por eso.
—¿Nos damos una ducha? —le pregunté con una sonrisa de costado, previendo todos los juegos que podríamos hacer en la ducha.
—Me encantaría, —contestó con la voz cargada de lujuria.
Me dirigí al baño quitándome la ropa a mi paso. Con tan sólo las bragas y el sujetador, abrí el agua de la ducha y probé la temperatura. Él me observaba desde la puerta con un gesto desconfiado, pero yo necesitaba quitar sus dudas por su bien y por el mío propio.
—Ven, —lo invité con un gesto.
Matías se acercó y llevé mis manos a los botones de su camisa, comenzando a desabrocharlos lentamente mientras lo miraba a los ojos.
—Relájate, vamos a pasar un buen rato, Matías. Me tienes en tu poder y lo sabes.
—Claro, — dijo un poco escéptico.
Sabía que tenía que hacer mi mejor esfuerzo para convencerlo de que no desconfiara de mi, la misión dependía de ello. Pero de todos modos era cierto, él realmente podía confiar en mi, al menos en esto. Una buena follada con este tipo era lo que quería con cada fibra de mi ser.
Abrí por completo su camisa ante su escrutinio, deslicé las palmas de mis manos por su amplio pecho y una corriente de electricidad se deslizó por mi espalda. Quería saborear cada parte de él, era algo que cada vez que estaba cerca suyo, no podía evitar.
Acerqué mi boca a su duro pezón y lamí con ansias. Él soltó un breve gruñido y se sacudió hacia delante. Yo sabía qué tan sensibles eran sus pezones y cómo trabajarlo.
Bajé mis manos a la cintura de sus pantalones y desabroché el cinturón. Sus brazos caían a los lados, como esperando cualquier movimiento en falso para cerrarse alrededor de mi cuello y apretar hasta acabar conmigo. Pero mi única intención era disfrutar del momento, aunque él no lo creyera.
Fui deslizando sus pantalones y lo sentía moverse y quitarse los zapatos. Se separó de mi el tiempo suficiente como para quitarse toda la ropa, mientras que yo lo observaba atenta.
Su polla saltó libre cuando se quitó los bóxers, y se me hizo agua la boca. Quería sentirlo muy dentro de mi garganta, saborear su rica esencia que tantas veces me había hecho delirar.
Desabroché mi sostén y deslicé mis bragas lentamente sobre mis muslos, observando cómo sus pupilas se oscurecían de deseo. ¿Qué tenía este tipo que me provocaba tanto? A pesar de que lo más probable fuera que quisiera estrangularme, me sentía mojada y necesitada. Tal vez el peligro era mi motor, como lo había sido cuando conocí a Ricardo y tuve que fingir ser su esclava sexual durante tanto tiempo. A mi pesar, había disfrutado cada segundo de aquellos encuentros.
Me deslicé dentro de la ducha y el agua demasiado caliente me hizo jadear. Él se rió bajito, con su cara de lobo hambriento observando mis pechos. Antes de meterse él mismo bajo el agua, sus manos fueron directamente a mi cabello, me tomó por la nuca y me obligó a alzar la vista hacia él.
—Ten cuidado con lo que haces o puedes salir lastimada.
Puse mi mejor cara de terror y contesté con voz trémula.
—S-sí… Matías. S-sí.
—Bien.
Su sonrisa era perversa y eso me calentó aún más. ¡Dios! ¿Qué me pasaba con éste tipo?
Cuando el agua comenzó a deslizarse por su cuerpo, no pude evitar llevar mi boca a su cuello y lamer allí, juntando en mi boca tanto su sabor como el agua caliente que caía.
Matías era delicioso, podría pasarme todo el día lamiendo su cuerpo. Una imagen cruzó por mi mente y me estremecí: él arrodillado entre mis piernas, completamente rendido y entregado a mi. Pero eso no iba a ser posible. Ya habíamos jugado a Ama y esclavo y dudaba bastante de que pudiésemos recuperar esos juegos, aunque estaba segura, los extrañaría muchísimo.
Tomó mi boca en un beso exigente, demandante y hambriento. La rabia bullía a través de sus venas, podía sentirla por más que tratase de disimularla con lujuria.
Se apoderó de mi lengua y barrió con la suya mi boca. Jadeé en sus labios cuando con mano experta pellizcó uno de mis pezones. Su mano fue bajando por mi estómago y descendió entre mis muslos.
El agua caliente de la ducha no hacía nada para disimular la excitación que se revelaba en los jugos que mi coño producía de manera abundante. Cuando él los sintió, calientes y resbaladizos sobre sus dedos, se separó de mi boca y me miró con una mirada difícil de interpretar. Luego parpadeó y se abalanzó sobre mi boca de nuevo, reclamando una entrega total
Yo estaba perdida en las sensaciones. Sentir su piel caliente y aterciopelada contra mi cuerpo, su polla apretando contra mi estómago y haciéndome desear devorarla, me estaban matando.
Puse mis manos sobre sus hombros y lo empujé un poco para separarlo. Ataqué su cuello, su mandíbula, con la feroz espada de mi lengua. Lamí cada centímetro de él, descendiendo lentamente por su estómago hasta la enhiesta verga que tanto deseaba.
Una oleada de excitación me hizo temblar cuando la tuve entre mis manos, a escasos centímetros de mi boca. Llevé mis manos a sus testículos y los amasé suavemente. Había sufrido la tortura hacía demasiado poco, así que seguramente todavía estarían sensibles. Bajé la cabeza y los lamí, succionando una dentro de mi boca a la vez que un gemido ahogado escapaba de su garganta. Lo solté y pasé al otro mientras rodeaba su polla con ambas manos, deslizándolas de arriba abajo, aprovechando el agua que caía sobre nuestros cuerpos.
Lentamente acerqué mis labios a ese rojo glande que me estaba haciendo babear mientras lo miraba a los ojos. Estaban nublados, pero ya no se notaba ese resquemor del principio.
Bien, porque lo que le iba a hacer requería de toda su confianza.
Me lo llevé a la boca y comencé a chuparlo como sabía que a él le gustaba. Jugando lamiendo, succionando… lo llevé a lo más profundo de mi garganta e instintivamente tuve el reflejo de tragar.
El grito de placer que explotó del pecho de Matías era toda la seguridad que necesitaba. Me enfoqué en su polla y continué devorándola con un hambre atroz, como si quisiera de esa manera, recompensarlo por las vejaciones sufridas.
Sus caderas se sacudían frenéticamente hacia delante, intentando acelerar un ritmo que yo mantenía muy pausado.
—¡Hija de puta! —me gritó con voz desesperada. —Deja de jugar y acaba conmigo.
Como si esperase esa orden, aceleré mi ritmo y permití que condujera sus embistes a su placer dentro de mi boca.
Sentía mis propios jugos chorrear por mis piernas mientras estaba agachada allí, sentía a Matías estremecerse contra mi y cada vez moviéndose más rápido.
Un par de segundos después, cuando volví a llevarlo bien profundo en mi boca, Matías se tensó, sus bolas se pusieron rígidas y derramó todo su semen en lo más profundo de mi garganta al tiempo que yo trababa y los movimientos involuntarios de mi boca lo volvían cada vez más loco.
Con un rugido como el de un animal herido, Matías casi se dejó caer sobre mi cuerpo. Le temblaban las piernas, así que se aferró a mi, mientras me ponía de pie y lo rodeaba con los brazos. Su orgasmo había sido devastador y todas las tensiones de los últimos días, le estaban pasando factura.
Tomé el jabón y comencé a lavar su cuerpo como si él fuese mío. Lavé su cabello mientras él recuperaba la respiración.
Una vez repuesto, quiso hacer lo mismo conmigo, pero me escabullí de la ducha y salí envuelta en una toalla hacia la cama.
—Ven Matías, aún tengo más para ti.
Ante su mirada atenta y todavía desconfiada, lo fui guiando hacia la cama. Puse una toalla seca sobre el edredón y lo insté a que se acostara en el centro, boca abajo. Cuando estuvo en la posición que lo quería, tomé de mi cartera el frasquito de aceite esencial que había llevado. Me subí a la cama, me puse desnuda a horcajadas sobre su culo y volqué unas gotas del fino aceite por su espalda.
Él se estremeció por la sensación y lo sentí tenso bajo mi cuerpo, como creyendo que iba a hacerle algo desagradable. Luego comencé a deslizar mis manos por su espalda y a ejercer presión, masajeando sus músculos y aflojando los nudos que, claramente, podía notar allí. Me dediqué a darle masajes, cada tanto bajando el torso y frotándole los pechos en la espalda cuando mi boca se acercaba a su oreja para susurrarle alguna cosa sucia que se me venía a la mente y lamer su cuello. Matías se relajaba bajo mis manos y yo cada vez me mojaba más, chorreando mis jugos sobre su delicioso culo.
Antes que pudiera hacer algo para evitarlo, él se giró, tomándome por las caderas y se puso sobre mi cuerpo. Tomó un condón de la mesita de moche, se lo colocó rápidamente y me penetró sin preliminares.
Con un rugido de satisfacción, comenzó a entrar y salir de mi cuerpo con vehemencia. Quería demostrar su posesión sobre mi, y era algo que le iba a permitir, tanto por el bien de la misión, como por las ganas que yo misma le tenía.
—Estás empapada—dijo jadeante. —Y muy caliente.
Yo sonreí y me dejé llevar por las sensaciones. Su cuerpo se sentía muy bien sobre mi, me llevaba cada vez más alto en la escalada de placer, y cuando ya casi estaba allí, aceleró el ritmo. Una oleada de sensaciones se arremolinó sobre los dos, el placer nublando nuestras mentes y quitando del medio todas las preocupaciones.
No pude contener el orgasmo devastador que me dominó, me estremecí bajo su peso en el mismo instante que lo sentí tensarse y sacudirse, presa de su propio orgasmo.
Cayó sobre sus codos y mordió mi cuello, agitado y casi sin respiración. Extendí mis manos y acaricié su espalda, su culo. Era una delicia poder estar así, sin pensar en nada.
Pero mi mente no podía desenchufarse del todo, y cuando su celular sonó, ambos nos tensamos, sabiendo que había llegado el momento de hacer frente a la realidad.
Matías se estiró y tomó el teléfono.
—¿Si?
Sus ojos, recientemente nublados por el placer, se volvieron alertas de golpe. Algo había sucedido y no daba la impresión de ser nada bueno.
Continuará…
Ire@- Administradora
- Mensajes : 307
Fecha de inscripción : 06/07/2012
Edad : 48
Localización : Baires
Re: Fantasías compartidas
Hoy estoy buenita... no sé cuánto me va a durar
Ire@- Administradora
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Localización : Baires
Re: Fantasías compartidas
¡Muy buen capítulo!
Cada vez la historia da un nuevo giro. Qués estas maquinando Ire?.
Gracias.
Cada vez la historia da un nuevo giro. Qués estas maquinando Ire?.
Gracias.
jfl- HC
- Mensajes : 1037
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Re: Fantasías compartidas
Jajjajajajaj la sumi Ire, que te vas a traer para la próxima.....que se agarre Matias, ajjajajajjajaj
Rochi 61- HC
- Mensajes : 743
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Localización : siempre aca
Fantasías compartidas
Bienvenido Matías , se te echaba de menos , no tardes tanto la proxima vez porfa .Ire ya me parecia a mi que tu de sumisa poco , como va cambiando la cosa ,cada vez se pone mejor .Besos para los dos.
jazmin69- Mensajes : 533
Fecha de inscripción : 18/07/2012
Localización : España
Adaptación
Ama, Sub, ... Ire eres una switch, todo es adaptacion... Gracias por este capitulo... vamos a ver la continuacion ya que la pelota esta en la cancha de Matias!!! Ire fue la buena... y el sera tal vez???
Nizuka- Mensajes : 14
Fecha de inscripción : 07/08/2012
Re: Fantasías compartidas
Uffff Leí los dos últimos de una vez!!!
Esto se pone muy intenso
Gracias a los dos
Esto se pone muy intenso
Gracias a los dos
Orianne- Mensajes : 249
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Re: Fantasías compartidas
jajjjaja dices que hoy estas buenecita???? jajaj lo que estas es relajada despues del maraton....... pero que se prepare MATIAS que de buena.... nada!!!
sole- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 06/07/2012
Localización : ASTURIAS
Re: Fantasías compartidas
¡¡¡Por fin respuesta de Matias!!! que maloooo...
y que rapida en contestar Ire, esto esta muy interesante, jejeje, no saber por donde vais a salir el uno o el otro
Matias no te hagas de rogar para el proximo cap.
y que rapida en contestar Ire, esto esta muy interesante, jejeje, no saber por donde vais a salir el uno o el otro
Matias no te hagas de rogar para el proximo cap.
aliassara- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Edad : 44
Localización : delante del pc
Otro Capi. Mañana hay mas... Prometo novedades y muchas jajajajaja
Mi parte:
La puta madre pensé. No puedo estar un rato tranquilo.
Tome el teléfono que me torturaba los oídos. En otros momentos lo hubiera dejado sonar y sonar, pero ahora no estábamos para juegos. La situación era compleja y no me podía darme el lujo de desatenderlas. Las noticias que recibía por parte de Marcelo me pusieron en alerta nuevamente. Pero que le iba a hacer. Estaba con Ire y aun no confiaba del todo en ella, así que con la mejor cara que sabia, le respondí con monosílabos.
M: Ire. Tenemos que irnos ahora.
I: OK. Me respondió, levantándose rauda de la cama para comenzar a vestirse, mientras yo me quedaba obnubilado por sus atributos. Está mujer tenía algo que me derretía la mente y no era solo por su cuerpo, eran mas bien sus actos, sus posturas, sus gestos y la forma en que sabía aplicarme y darme placer casi como por medio de un oráculo supiera justo lo que quería al momento de realizármelo sin ningún temor o prejuicio alguno. Por ejemplo en éste momento. Ire conocía mis gustos por la sumisión, así me definía, era una persona con mando en la vida, pero en la cama era otra cosa, me derribaban fácilmente ante el manejo de una domina.
Con mucha seguridad, Ire seguía cambiándose y ocultándome su cuerpo. Debo reconocer que estuve a segundos de dejarla ir, es más mi cuerpo estaba totalmente extasiado luego de las dos eyaculaciones que ella me había sacado en menos de media hora. Pero mi mente tenía sed y hambre de más. ¿Pero de que? ¿Sexo? No creo… Mi pene se encontraba en lo profundo de su capacidad… Morbo… Eso era lo que necesitaba…
¿IRE? Le grite. Y ella, al borde de la puerta se detuvo en seco, como imaginándose lo peor y no era para menos. Lamentablemente me había tenido que mostrar enojado ante sus ojos para salvar la situación y estaba seguro que ella ya sabía quien era yo y no solo por lo presenciado ayer en mi casa.
Yo aun estaba desnudo, de esa forma fui rumbo a su encuentro, la tome con violencia de uno de sus brazos y le gire bruscamente. Ella aprovecho el impulso para arrojarme un rápido golpe, el cual impacto en mi mejilla izquierda, dándome vuelta la cara y dejándome sus dedos marcados a fuego.
Sorprendido de su atrevido movimiento, sobre todo por lo que recientemente había acontecido, me quede mirándola en silencio, pero muy enardecido. Sin darme tiempo a reponerme del todo. Ire me tomo por los cabellos y me arrodillo en el suelo obligándome a quedarme observándola desde lo bajo.
I: No te equivoques… Machote… aquí dentro tú… eres mi puta… ¿Lo entiendes?… ¡¡Eso ya te lo he dejado bien en claro los otros días!!
Mis ojos no creían lo que escuchaban… ¿Cómo se atrevía? Pero increíblemente yo no me podía para del piso. Mis piernas no me respondían. Yo quería matarla allí mismo. Sabía que podía hacerlo sin ningún esfuerzo. Pero mi mente… mi mente… no me dejaba… Nada… Eso fue lo que hice… Nada.
En ésta situación mi cuerpo estaba sufriendo, demostrando en un mar de temblores la imposibilidad de hacerle daño. Mis ojos se salían de su orbitas, casi como si ellos mismos quisieran hacer en si mismo el trabajo que tenía ahora por obligación realizar, si fuese otro u otra la que hubiera osado a semejante insulto.
En sí y allí. Ire se para frente a mí, mirándome desde lo alto con su peor cara de perra… No podía más… Ahora sí deseaba matarla y mis manos ya comenzaban a recuperarse de su entumecimiento psicológico. Pero justo en ese límite, Ire esboza una sonrisa… Me guiña un ojo y me dice:
I: Basta mi amor… Basta de juegos por hoy. Se que te gustan… Pero recuerda… Te esperan y tienes trabajo que hacer. GGRRRRR Te comería, ajajá. Pero no… ¡¡¡Vamos!!! ¡¡¡Dale!!!
No lo podía creer. Esta tipa sabía llevarme a los extremos de un segundo a otro. Incluso arriesgando su propia vida en estos juegos.
M: Ire… Me matas… ¿Lo sabes, no?
Al escucharme solo me contesto con una sonrisa en forma de gracioso gruñido, como quien juega a la perra rabiosa… No pude dejar de reírme ante semejante ocurrencia de su parte.
****
Treinta minutos después, ya estábamos en el medio del campo, justo al medio de la nada misma. Allí nos esperaba Marcelo con Sol, mi nueva prisionera.
M: Ire quédate quieta. Ahora te libraré de la venda. Cierra los ojos, el cambio de luz puede hacerte doler la cabeza y te necesito fresca para lo que se viene. Así lo hice. Lentamente y con mucha delicadeza le retire la venda que cubrían sus ojos. Al notarlos nuevamente abiertos, lo primero que hizo fue reclamarme por el mal trato y no era para menos. Durante el largo viaje, había aprovechado su incapacidad para ir tocándole la entrepierna y pellizcándole sus pezones. Estos juegos me encantaban y sin dudas lo compartíamos, sobretodo yo. En cuanto pudo, observando que nadie nos veía me devolvió los favores pellizcándome las nalgas con una sonrisa cómplice entre sus labios.
Entramos a la casa, allí nos esperaba Francisco el encargado de la seguridad de la estancia.
M: Francisco… ¿Todo bien? ¿Está todo preparado?
F: Si señor. Ella ya lo esta esperando… Algo… Nerviosa ajajá.
M: Gracias. Ire ven por aquí, por favor.
Al ingresar a la casa, pasamos las tres rejas de seguridad y descendimos al sótano de la misma, el cual había sido preparado y acondicionado para la ocasión. Todo bajo la atenta mirada de Ire que no terminaba de comprender lo que pasaba.
Abrimos la inmensa puerta de madera y allí estaba, sola, sentada, nerviosa, como impaciente de saber lo que pasaba y con los ojos vendados, así encontramos a Sol.
Ire la reconoció inmediatamente, por lo que me miro asombrada como preguntando si era cierto lo que veía, a lo cual le respondí con un dedo atravesado sobre mis labios en señal de silencio. Con una mano abierta y extendida le pedí que se quedara justo en donde estaba. Por mi parte me fui acercando lentamente a Sol. Ella no sabía que yo estaba allí y ara informárselo, no tuve más idea que afirmar mis dedos sobre uno de sus pezones.
En cuanto lo sintió se empezó a mover desesperada, incluso saltando sobre la silla y realizando toda la clase de movimientos que sus ataduras le permitían y arrojando agravios indescifrables por la cinta que aprisionaba su boca. Era bien sabido que a mayores elementos de percepción inhibidos, los prisioneros tendían a quedarse cautivos al desconocer la manera de liberarse de su captores y Sol no era la excepción a esa regla.
En ese momento lo único que atine a hacer, fue a mantener contacto físico con la prisionera, acariciándole el pelo, tocando su cara y posando mis manos sobre sus hombros. Eso era una forma de desarticular su resistencia, largos días de soledad le esperaban el la fosa, antes de las torturas, privaciones y vejaciones que le estaban destinadas. Nizuka, esa vil y perversa interrogadora así lo prefería. Ella era participe de demostrar su poderío antes de realizar una sola pregunta, a modo de que su victima conociera de su poder en forma vehemente a la hora de negarse a cumplir sus mandamientos y esto vaya que le era eficaz. En mil y una oportunidades ella había probado sus resultados. Ella era muy buena en lo que hacía, pero por el simple hecho de que disfrutaba de su trabajo.
M: Ire. Dime… ¿Que haremos con esta chica?
Continuará…
La puta madre pensé. No puedo estar un rato tranquilo.
Tome el teléfono que me torturaba los oídos. En otros momentos lo hubiera dejado sonar y sonar, pero ahora no estábamos para juegos. La situación era compleja y no me podía darme el lujo de desatenderlas. Las noticias que recibía por parte de Marcelo me pusieron en alerta nuevamente. Pero que le iba a hacer. Estaba con Ire y aun no confiaba del todo en ella, así que con la mejor cara que sabia, le respondí con monosílabos.
M: Ire. Tenemos que irnos ahora.
I: OK. Me respondió, levantándose rauda de la cama para comenzar a vestirse, mientras yo me quedaba obnubilado por sus atributos. Está mujer tenía algo que me derretía la mente y no era solo por su cuerpo, eran mas bien sus actos, sus posturas, sus gestos y la forma en que sabía aplicarme y darme placer casi como por medio de un oráculo supiera justo lo que quería al momento de realizármelo sin ningún temor o prejuicio alguno. Por ejemplo en éste momento. Ire conocía mis gustos por la sumisión, así me definía, era una persona con mando en la vida, pero en la cama era otra cosa, me derribaban fácilmente ante el manejo de una domina.
Con mucha seguridad, Ire seguía cambiándose y ocultándome su cuerpo. Debo reconocer que estuve a segundos de dejarla ir, es más mi cuerpo estaba totalmente extasiado luego de las dos eyaculaciones que ella me había sacado en menos de media hora. Pero mi mente tenía sed y hambre de más. ¿Pero de que? ¿Sexo? No creo… Mi pene se encontraba en lo profundo de su capacidad… Morbo… Eso era lo que necesitaba…
¿IRE? Le grite. Y ella, al borde de la puerta se detuvo en seco, como imaginándose lo peor y no era para menos. Lamentablemente me había tenido que mostrar enojado ante sus ojos para salvar la situación y estaba seguro que ella ya sabía quien era yo y no solo por lo presenciado ayer en mi casa.
Yo aun estaba desnudo, de esa forma fui rumbo a su encuentro, la tome con violencia de uno de sus brazos y le gire bruscamente. Ella aprovecho el impulso para arrojarme un rápido golpe, el cual impacto en mi mejilla izquierda, dándome vuelta la cara y dejándome sus dedos marcados a fuego.
Sorprendido de su atrevido movimiento, sobre todo por lo que recientemente había acontecido, me quede mirándola en silencio, pero muy enardecido. Sin darme tiempo a reponerme del todo. Ire me tomo por los cabellos y me arrodillo en el suelo obligándome a quedarme observándola desde lo bajo.
I: No te equivoques… Machote… aquí dentro tú… eres mi puta… ¿Lo entiendes?… ¡¡Eso ya te lo he dejado bien en claro los otros días!!
Mis ojos no creían lo que escuchaban… ¿Cómo se atrevía? Pero increíblemente yo no me podía para del piso. Mis piernas no me respondían. Yo quería matarla allí mismo. Sabía que podía hacerlo sin ningún esfuerzo. Pero mi mente… mi mente… no me dejaba… Nada… Eso fue lo que hice… Nada.
En ésta situación mi cuerpo estaba sufriendo, demostrando en un mar de temblores la imposibilidad de hacerle daño. Mis ojos se salían de su orbitas, casi como si ellos mismos quisieran hacer en si mismo el trabajo que tenía ahora por obligación realizar, si fuese otro u otra la que hubiera osado a semejante insulto.
En sí y allí. Ire se para frente a mí, mirándome desde lo alto con su peor cara de perra… No podía más… Ahora sí deseaba matarla y mis manos ya comenzaban a recuperarse de su entumecimiento psicológico. Pero justo en ese límite, Ire esboza una sonrisa… Me guiña un ojo y me dice:
I: Basta mi amor… Basta de juegos por hoy. Se que te gustan… Pero recuerda… Te esperan y tienes trabajo que hacer. GGRRRRR Te comería, ajajá. Pero no… ¡¡¡Vamos!!! ¡¡¡Dale!!!
No lo podía creer. Esta tipa sabía llevarme a los extremos de un segundo a otro. Incluso arriesgando su propia vida en estos juegos.
M: Ire… Me matas… ¿Lo sabes, no?
Al escucharme solo me contesto con una sonrisa en forma de gracioso gruñido, como quien juega a la perra rabiosa… No pude dejar de reírme ante semejante ocurrencia de su parte.
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Treinta minutos después, ya estábamos en el medio del campo, justo al medio de la nada misma. Allí nos esperaba Marcelo con Sol, mi nueva prisionera.
M: Ire quédate quieta. Ahora te libraré de la venda. Cierra los ojos, el cambio de luz puede hacerte doler la cabeza y te necesito fresca para lo que se viene. Así lo hice. Lentamente y con mucha delicadeza le retire la venda que cubrían sus ojos. Al notarlos nuevamente abiertos, lo primero que hizo fue reclamarme por el mal trato y no era para menos. Durante el largo viaje, había aprovechado su incapacidad para ir tocándole la entrepierna y pellizcándole sus pezones. Estos juegos me encantaban y sin dudas lo compartíamos, sobretodo yo. En cuanto pudo, observando que nadie nos veía me devolvió los favores pellizcándome las nalgas con una sonrisa cómplice entre sus labios.
Entramos a la casa, allí nos esperaba Francisco el encargado de la seguridad de la estancia.
M: Francisco… ¿Todo bien? ¿Está todo preparado?
F: Si señor. Ella ya lo esta esperando… Algo… Nerviosa ajajá.
M: Gracias. Ire ven por aquí, por favor.
Al ingresar a la casa, pasamos las tres rejas de seguridad y descendimos al sótano de la misma, el cual había sido preparado y acondicionado para la ocasión. Todo bajo la atenta mirada de Ire que no terminaba de comprender lo que pasaba.
Abrimos la inmensa puerta de madera y allí estaba, sola, sentada, nerviosa, como impaciente de saber lo que pasaba y con los ojos vendados, así encontramos a Sol.
Ire la reconoció inmediatamente, por lo que me miro asombrada como preguntando si era cierto lo que veía, a lo cual le respondí con un dedo atravesado sobre mis labios en señal de silencio. Con una mano abierta y extendida le pedí que se quedara justo en donde estaba. Por mi parte me fui acercando lentamente a Sol. Ella no sabía que yo estaba allí y ara informárselo, no tuve más idea que afirmar mis dedos sobre uno de sus pezones.
En cuanto lo sintió se empezó a mover desesperada, incluso saltando sobre la silla y realizando toda la clase de movimientos que sus ataduras le permitían y arrojando agravios indescifrables por la cinta que aprisionaba su boca. Era bien sabido que a mayores elementos de percepción inhibidos, los prisioneros tendían a quedarse cautivos al desconocer la manera de liberarse de su captores y Sol no era la excepción a esa regla.
En ese momento lo único que atine a hacer, fue a mantener contacto físico con la prisionera, acariciándole el pelo, tocando su cara y posando mis manos sobre sus hombros. Eso era una forma de desarticular su resistencia, largos días de soledad le esperaban el la fosa, antes de las torturas, privaciones y vejaciones que le estaban destinadas. Nizuka, esa vil y perversa interrogadora así lo prefería. Ella era participe de demostrar su poderío antes de realizar una sola pregunta, a modo de que su victima conociera de su poder en forma vehemente a la hora de negarse a cumplir sus mandamientos y esto vaya que le era eficaz. En mil y una oportunidades ella había probado sus resultados. Ella era muy buena en lo que hacía, pero por el simple hecho de que disfrutaba de su trabajo.
M: Ire. Dime… ¿Que haremos con esta chica?
Continuará…
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