Fantasías compartidas
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Re: Fantasías compartidas
Bueno... aquí viene la respuesta de Matías. No se asusten jejeje, que voy a salir de ésta!!! Cuidado, que se van a sorprender...
Dijo Mati:
(Bueno por lo pronto solo voy a escribir siguiendo la primera opción, pero no sobre la trama, sólo sobre un encuentro y volviendo a nuestra antigua configuración sumisa.)
Voy manejando el coche como alienado. No puedo dejar de pensar en las consecuencias que han alcanzado a Laura. Siempre lo he temido y ahora sucedió. Ahora ella sin dudas esta sufriendo mucho al igual que yo, siempre he sido muy cuidadoso, pero en ocasiones he asumido algunos riesgos basados en la confianza, esa misma que han traicionado. Yo me he comportado como un idiota, pero sin duda esto no quedará así. No soy alguien a ser tomado en broma. Esto tendriá consecuencias, sólo que nunca me ha gustado pensar en caliente y ahora no es el momento de planear locuras [nota autor: Aquí me dejo el margen de maniobra]
Media hora más tarde llego al destino señalado por Irene, busco la dirección exacta y la localizo frente a mis ojos. La dirección no es otra que una apagada puerta oscura de una casa.
Allí golpeo mientras me voy aclarando la mente y recorro mis sentidos. Me encuentro algo preocupado por lo de Laura. Además no dejo de pensar en cómo seguir con éste juego que se me fue de las manos. De pronto, entre medio de todas mis dudas, la puerta se abre y lo primero que veo es una mano dirigiéndose velozmente e impactando fuerte en una de mis mejillas y luego una voz ruda y enojada sale de entre las sombras, eres tú.
—Pedazo de idiota. —Me dices acusante. —Me han mandado fotos a mi casa. ¿Como te atreves?
Sin poder contestarte nada, pues el asombro me nubla aún más el pensamiento, me tomas de los pelos y de un empujón me haces ingresar en forma prepotente.
Dando pasos largos en los que intento equilibrarme, entro por la puerta. En cuanto lo logro me doy vuelta, sólo para recibir un par más de cachetazos, ahora uno en cada mejilla, uno de frente y el otro de revés. Te miro, estoy atónito. Sin dudas estas enojada y no manejas tus emociones y mis dudas, pánico, dolor y resignación me sostienen parado frente a ti en silencio, notando cómo mis mejillas quedan calientes y rojas de los golpes recibidos.
—¿Cómo se puede ser tan estúpido? ¿Cómo te puede pasar algo así?
—Espera. Irene… Espera. —Te digo de pronto. —A mi casa también han llegado fotos. Sólo que en mi caso, Laura las ha visto antes que yo. Ya sabes… Ella se marchó…
PLAF. Otro golpe impacta en mi cara.
—Estúpido… Imbécil… —Me repites una y otra vez. Mientras lo voy aceptando. Sin dudas tienes razón, lo reconozco.
A continuación me tomas por la parte trasera de mi cuello con una de tus manos y me comienzas a llevar hacia el fondo de la casa. Los miedos y la estupefacción se incrementan a pasos agigantados. No sé que hago aquí. No sé cómo debo de seguir adelante. Miles de dudas hacen filas en mi cabeza para ser respondidas.
A los empujones y arrastrado por tu dura mano, llegamos a lo que es una especie de sala de estar. Sólo una vez ahí, me sueltas liberándome con un desechante sacudón.
—¿Que voy a hacer contigo? Además, ¿cómo te atreves a hacerme algo así? El otro día te has pasado de la raya y lo sabes. ¿Quién te autorizó a jugar así conmigo? Sabes de nuestro acuerdo… Nada que no estuviera pautado de antes. ¿Ves? Eres un imbécil que no conoce de reglas. Tú eres nuevo en esto. Aquí la que manda soy yo. Tú, lo único que debías hacer, era seguir con lo pautado, con lo acordado, cumplir todas las reglas. Ahora las cosas se han salido de curso y te has jodido por eso.
—Discúlpame Ire…
PLAFFFF. Me das otro cachetazo que corta mis palabras al medio.
—¡Silencio! —Me ordenas en un grito, y yo, con dolor y resignación, te obedezco. Ahora estoy otra vez en tus manos y sé que como nunca, haré lo que me mandes. Tú sabes manejarme. Eso es algo que has aprendido desde hace mucho y sin vacilaciones es que harás uso de eso poder.
—Ahora desnúdate por completo y arrodíllate justo aquí. ¡Rápido! Vamos.
—Si. —Te respondo entregado por completo. Sé que la única que podrá solucionar estas cosas eres tú y tu amplia experiencia.
Mientras me voy quitando rápidamente toda la ropa, te veo comenzar a discar un número en tu teléfono móvil. Una y otra vez vas inclinando tu cabeza y respondiendo con monosílabos mientras supervisas mi avance hasta chequear que ya me encuentro desnudo y arrodillado tal como tú me lo has instruido otras veces, Con las manos por detrás y mirando hacía el piso.
En cuanto me ves, no haces nada, sólo me dejas allí esperando. El piso esta muy frío y sin dudas mis testículos están recibiendo la primera parte de un largo castigo por desobediencia. Dos minutos después, te das vuelta y con tu pie sobre mi hombro me empujas hacia atrás, cayendo de espaldas sobre el helado piso. Me quedo quieto por el frío y como recompensa, tu pie pasa a posarse sobre una de mis manos, la cual aplastas con fuerza.
—Si te sigues quejando te quebraré los dedos, —me informas mirándome desde lo alto.
Imagino tu mirada aunque sé que tenga prohibido mirarte en estos momentos. Sólo me esta permitido retorcerme del dolor, pero en silencio. Lo acepto porque sé que lo merezco. No solo tú me das dolor, sino el hecho de saberme en tus manos, para poder tener una leve esperanza de poder recuperar a Laura. Ella lo es todo para mí y ahora dependo de tu voluntad y de la suerte para poder recuperar lo que tenía.
De pronto noto algo mojado caer sobre mi frente. Si poder evitarlo, un reflejo me hace fijarme en el origen de esto, solo para observar como de tus labios van cayendo hilos y hilos de saliva. Me estas llenando la cara con saliva. Sabes como humillarme y lo sufro de igual modo.
—¿Que pasó con tu valentía? —Me cuestionas y le das paso a tu otro pie sobre mi pene y mis testículos. —¿Eso? ¿Que pasó con tus pelotas? Esas de las que los otros días te vanagloriabas frente a mi esposo. —Te escucho pero el dolor es muy intenso y no te puedo responder.
En esa posición te mantienes mientras te comienzas a subir la falda y te vas retirando con la otra mano la parte de arriba de la ropa, así hasta quedarte totalmente desnuda de la cintura para arriba. Mis ojos no pueden dejar se posarse sobre tus tetas, sabes que me encantan.
—¿Te gusta mirar no? También veo que te gusta desobedecer ¿Quién te ha dicho que me puedes mirar? ¿Quieres mirar, no? ¿Te gusta lo que ves, no? Pues entonces veamos si ahora puedes seguir mirando. —Me indicas y abruptamente y sosteniendo los extremos de tu falda, mi visión se va llenando de la oscuridad que ofrece la tela de tu prenda al ir encerrando la luz necesaria para poder divisar tu entrepierna cubierta por tu tanga blanca de algodón, la misma que poco a poco se va acercando inexorablemente hacia mi cara. De pronto toda mi cara esta cubierta con tus carnes. Tus muslos rodean mis mejillas, tu vagina tapa mis ojos y tus nalgas tapan mi nariz y mi boca.
Estas echando todo el peso de tu cuerpo sobre mi cara, me asfixias, me presionas con él y como si esto no fuera suficiente, vas apretando como si fueras una morsa, mi cara contra tus muslos, muy firme, muy duro.
La sensación de ahogo es rotunda, preocupante, por esto empiezo a dar pequeños saltos con mi torso apoyados a través del impulso de mis piernas, es aquí que me tomas de nuevo de mis huevos y con tu mano me los aprietas, tiras de ellos hasta que me dejas en un hilo de dolor insostenible. Ahora estás sintiendo el calor y la humedad de mi respiración nasal, desesperada por encontrar algo de aire, lo notas entonces te levantas y la liberas, sólo por unos instantes pero justo allí, con tu otra mano vas aprovechando para correr hacia un costado el algodón que cubre tu coó. Así de golpe y contundente es que te vuelves a apoyar sobre mi cara, pero esta vez sobre mis labios, dejándola reposar entre ellos los labios húmedos de tu carne caliente. Para afirmarlo me tomas del pelo y jalas hacia tu carne, una y otra vez vas apretando y eliminando los espacios de aire que pudiesen quedar entre tu carne y la mía. Muy apretado a ti, así me siento, asfixiado por el estrangular de tus fuerzas, el aire me falta, el dolor de las penas me acosa y el colapso de la desesperación me encuentra poco a poco, y de esa forma es como me voy desvaneciendo entre tus piernas, me creo morir y así y todo tu presión me sigue acorralando entre tus piernas.
En unos instantes la oscuridad visual ya no me sorprende, sólo que a ella se le iba incorporando la mental, mi mente empieza a dejar de reaccionar, mis manos apretadas bajo tus rodillas comienzan a aferrarse a tus talones, la ultima gota de desesperación va abandonando mi cuerpo y de pronto, la profunda oscuridad se apodera completamente de mi.
No sé cuanto a pasado, pero mis ojos de pronto van descubriendo un destello de luz que lastima mis sentidos. Aquí me encuentro, sentado en un gran sillón de madera, mis manos están atadas a mi espalda, mis piernas también lo están pero a cada una de las grandes patas del sillón, aun sigo desnudo y con mucho frío. Un shock de agua helada es la que me hace volver en mí por completo, no puedo creer cómo me estás torturando, nunca has ido tan lejos, nunca has cruzado estos límites antes.
—¡Despierta imbécil!
PLAFFFF.
Me dices, acompañado de otro ya habitual cachetazo y así lo hago pero sólo para ver cómo vas posando otra vez tu desnudo pie sobre mi pene y no sólo eso, con un leve impulso te vas parando sobre él, levantándote sobre el asiento del sillón. Desde lo alto ahora me dices
—¿Tienes frío verdad? Seguro que si. Voy a darte algo caliente para que dejes de estarlo. —El escucharlo me regocija. Sé que eres perversa cuando lo quieres, pero también sé que sabes como apiadarte de mí.
—¡Pero por Diosss! ¿Quemmmmmm hacesssss?Ufffffffff—Si poder creerlo voy notando cómo comienzas a orinar en mi cara. Con tu humillante orina vas mojando toda mi cara, mi pelo, mi cuerpo.
—¿Está caliente no? Pues ahí tienes imbécil.
Cuando terminas, vuelvo a abrir mis ojos. Estoy tan humillado que no lo puedo soportar, aún he dejado de notar el intenso dolor de mi pene bajo tu pie, sin dudas la humillación es más fuerte que el dolor y ésta borró todo los males menores.
—Ahora me escucharás, pues tengo que hablar contigo. Dentro de un minuto algo pasará, así que no te asustes, corazón.
Dicho esto, te me quedas mirando fijamente y en silencio. Tienes que hablar conmigo pero nada me dices, sólo me miras fijo a los ojos desde lo alto, desde tu postura dominante y triunfadora a la que sabes jugar tan bien.
El silencio es interrumpido por un fuerte y repentino dolor en mi cuello, es un shock eléctrico que sin poder distinguirlo me vuelve a dejar en las tinieblas, no estoy desmayado, pero sí inmovilizado por completo.
De ésta forma es como voy notando cómo alguien me desata desde atrás liberando mis manos y mis piernas, después cómo una figura robusta me levanta por debajo de mis axilas y me va arrastrando hacia una mesa, dejándome apoyado con mi espalda sobre ella para volver a realizar los atamientos, pero ésta vez, sólo de cada una de mis manos en cada una de las patas de la mesa por sobre mi cabeza. Luego te veo montarte nuevamente sobre mi estómago y te sientas sobre él, me tomas por el pelo y comienzas a abofetearme una y otra vez hasta que me das una renovada y torturante lucidez.
—Eres muy flojito para ser tan macho ¿No crees? —Me comentas. Siento tus manos apoderarse de mi verga, la cual comienzas a jalar de arriba abajo como esperando que ésta reaccionara por sobre las torturas. Lamentablemente, mi cuerpo reacciona a pesar de las torturas, lo que es muy humillante para mí.
En un minuto voy sintiendo la rigidez de mi verga dentro de tus apretadas manos en torno a ella, como así también la humedad saliendo de mi glande y con la que juegas con la punta de uno de tus dedos. No has dejado de torturarme, despacio pero sin piedad vas clavando una de tus uñas sobre su sensible cabeza, la hundes y la retiras, sólo para posteriormente volver a pasar la yema sobre la parte castigada.
Tu mano se vuelve cada minuto más captora de mi pene. Tanto es así que ya no lo dejas de sacudir a tu antojo y de golpe ¡PLAFFFF! Otro cachetazo y detrás de él, siento cómo te levantas y como un fiera, te clavas mi verga de un sólo y rudo empujón en tu incandescente coño.
—Ahhhhhhh… —Gritas en un rigido de victoria mientras permaneces clavada y sentada sobre ella. Siento como juegas con ella con las paredes de tu conducto, noto cómo lo aprietas y lo libras una y otra vez. Acto seguido, tu cadera comienza a realizar movimientos circulares sobre ella, si no estuviera fuertemente unida por tendones, carne, músculos y cartílago, juraría que me la quieres arrancar con tu pelvis.
Ahora tus manos se apoderan de tu clítoris y con la misma furia, lo empiezas a amasar rudamente justo cuando vas empezando a cambiar tus movimientos circulares por otros de cabalgamiento feroz. No te importa nada mi dolor, usas mi órgano para tu disfrute.
—Así maldito… así… ¿Que pasa no estas disfrutando? Ahhhhhhhhh Si…. SI… Si... Así perro... Ahhhhhhh ¿Que pasa, no te gusta? Ah, si, ya sé lo que pasa… Ya sé lo que disfrutas tú, pedazo de idiota… Ahora verás cómo me ruegas que pare jajajjaja. Jajajajaj. Jajajajaja. Yo te voy a enseñar la rudeza imbécil.
Tus palabras me aterran. Sé que estás en tu clímax mas perverso y cuando estás allí, sé que eres capaz de las peores cosas.
De pronto te veo levantar las manos por sobre tu cabeza, me cabalgas y rotas sobre mi verga en tu coño. De pronto siento como que alguien me toma de los tobillos y pasa mis piernas alrededor de tu cintura, cruza mis tobillos uno sobre el otro. Éste movimiento levanta mis caderas y te incrusta muy profundamente, la ultima parte de mi pene dentro de ti. Es increíble, ahora tengo toda, toda, toda mi verga dentro de tu vagina y además estás inmovilizada entre mis piernas. Para asegurarlas más aun, vas apoyando tus codos sobre mis pantorrillas y con tu antebrazo te afirmas sobre ellas quedando tus manos justo a la altura de mis tetillas las cuales agarras y comienzas a apretar, a tironear, a retorcer. El dolor es fuerte, pero el placer lo tapa, no puedo creer como arrancas hasta la ultima gota de cordura que había en mí, pero sorprendentemente aquí no estoy para gozar, sino para ser torturado y humillado y de esto me di cuenta cuando desde atrás de ti, comienzo a notar cómo un dedo se va abriendo paso por mi esfínter. Noto cómo entra y cómo sale. Mis ojos están ahora muy abiertos y puestos en ti, suplicantes y implorantes por una piedad que sé que ahora no poseerás. Los tocamientos continúan bajo tu atenta mirada de goce.
—¿Que pasa, corazón? ¿Estas asustado? Ahora veremos lo macho que eres.
Los dedos pasan a jugar con la aureola de mi esfínter. Siento cómo ahora son dos de ellos los que juegan con él, cómo lo rodean y lo presionan, también noto como una cálida saliva va cayendo desde lo alto para lubricarlo, los dedos entran, ya están adentro, sólo para retirarlos después con ellos mas abiertos y separados entre sí. Juegas a humillarme y sabes como hacerlo, sobretodo después de arrancarme los primeros suspiros de dolor.
—Hmmmmmmmm Veo que a mi puta le esta gustando. —Te siento decir y me desespero por la humillación que me haces sentir, es tanta que comienzo a llorar como una niña, la desesperación abarca todo, me siento ultrajado y violado como una indefensa colegiala.
Ahora los dedos, ambos, no dejan de entrar y salir a su antojo mientras mis caderas intentan evitar lo inevitable, pero todo es usado para incrementar la vejación.
—Hmmmmm Así putita… así… mueve las caderitas jajajajaja. Asi… asi…
—Noooo… Basta… Nooo.. —Te suplico entre lágrimas. PLAFFFF PLAFFF PLAFFFF. Es tu respuesta. Tres bofetadas rudas cruzan mi cara y cuando terminas, vuelves a cogerme ferozmente mis torturadas tetillas.
De pronto los dedos salen de mi ano.
—Bueno, “linda” ahora veremos de que estás hecha, jajajaja. —Acusas y sentencias y mi terror se dispara a sitios antes inimaginables.
Siento como una verga comienza a tantear la entrada de mi ano.
—Noooo. Irene, noooooo. Por favor… no lo hagas… Detente… Detente… No lo hagas por favor…
—Shhhhhh Yo no lo haré. Tú lo harás solito. —Me indicas y no lo entiendo. Por nada el mundo lo haré.
El pedazo de carne queda firme en la entrada de ano, rodeando y presionando mi esfínter pero sin perforarlo. Entonces empieza a pasar algo insospechado. Con tus caderas y tus codos vas empujando sobre mi estómago y mis pantorrillas y mis piernas que antes estaban levantadas manteniendo mi culo muy alzado, inician un camino de descenso sobre el falo que se presiona en la entrada de mi culo. De ésta forma voy notando que por la perdida del equilibrio mi esfínter se va abriendo para darle paso a la carne que se encuentra afuera de él esperando firme por entrar. De esa forma veo como yo solito me voy clavando la verga en mi culo. Como esa humillante acción me va ensartando en ese trozo de carne.
Mi cabeza explota de la humillación. Suspiros, llantos y palabras inútiles y entrecortadas van pidiendo que se detenga.
—Pero si nadie hace nada. Eres tú el que te lo estás devorando solito machote. Jajajajaja.
—Para… Para… Para… Ahhhhhh Ufffff
—Hmmmmm ¡Cómo goza mi putita! jajajajaja.
—NO, NO, NO. AAAGGGGG AAAAHHIIII AAAGGGGFFFF
Así, sólo nos detenemos cuando siento mi culo totalmente abierto y perforado por aquellas carnes y es justo allí, cuando comienzas de nuevo a cabalgarme como una poseída. Tu coño sube y baja por mi verga resbalosa, cálida y diligente, como aceitada por nuestros flujos, entra y sale por completo, clavándose siempre en el fondo de tu matriz.
El calor de tu coño, los tirones de mis pezones y la presión en las paredes de mi culo, me están llevando al infinito. Tú, sujetada con los codos en mis pantorrillas no dejas de hamacarte sobre mi verga, clavándome a su vez contra ese trozo de carne que me perfora una y otra vez y la mente ya me da vueltas y ahora, además, veo cómo las manos del hombre que me esta follando, te toman las tetas rudamente desde atrás, pasándolas por encima de tus codos, así y todo bajo esa sujeción, eres tú la que llevas el ritmo de la función.
Tus gritos y tus movimientos, así como tu infierno de calor, sudor y flujos, me van anunciando que te vendrás, que acabarás con miles de litros de eyaculación como siempre lo haces cuando llegas a la cima, que es justo donde ahora te encuentras, pero así y todo, no dejas de torturarme con palabras ofensivas, mientras te aferras a mis pezones adoloridos.
Uno, dos, tres, cuatro y hasta diez espasmos son señales inequívocas de que lo has alcanzado. Esos sacudones típicos de dolor y placer son como los expresas, así de rotundos y exquisitos como sólo, y sólo a veces lo logras, pero no te detienes. Sigues y sigues. Tu locura te rodea, ahora ya no me puedes sujetar más, ahora sólo te apoyas sobre mi pecho, liberas mis piernas y te sacudes convulsivamente sobre tu pubis.
Mis piernas caen sobre la cintura de quien me perfora el culo, justo cuando éste la saca de mí y la dirige hacia ti, sólo recién ahí comienzo a ver su cara y para mi bendición, ésta esta completamente tapada por una capucha negra. El hombre se posa sobre tu espalda y por las muecas que haces, sé lo que es pasando. El momento en que te penetren el culo ha llegado, y sin rodeo lo hace a pesar de tus muecas que no distingo si son de dolor, de placer o de ambas, lo único que puedo notar es como esa verga se abre paso hacia ti.
Por la parte interior de las paredes de tu vagina, voy notando como el culo te es rellenado de carne y músculos. Lo siento tanto por tus gritos, como por el cambio de presión en tu vagina, producto del forzado y estirado perineo, ese trozo de carne ya se encuentra dentro tuyo, por lo que a continuación se da comienzo a un doble mete y saca que te aliena la mente de éxtasis y placer, sólo para que al cabo de dos minutos vuelvas a explotar otra vez en una vibrante eyaculación que te enmudece de la sensación de ahogo que da lo extremo. Tu placer es tan grande que no puede salir de una sola vez por tu garganta, sólo se asoma de menor a mayor, para terminar en un ronco grito de liberación.
Y aunque esto te deja inmóvil, en ningún momento hemos dejado de perforarte, alargando tu placer y tu sufrimiento. Estoy tan cegado por la excitación que aunque no lo deseo, no puedo dejar de buscar la culminación de lo que ha sido un completo acto de vejación y martirio, entonces quien te penetra, retira su verga de un solo saque y comienza a verterte en la espalda toda su simiente, tú haces lo mismo conmigo, pero sólo que esta vez, la remplazar con tus manos y con tu boca. Chupas, muerdes y lames mi verga mientras que me retuerzo en el ejercicio de la eyaculación. Tus manos están sobre mis huevos, los cuales no dejas de acariciar y tironear. Vibro, tiemblo y suspiro por lo que esta por venir y cuando tengo el semen en la base de mi tronco… me sueltas, me liberas, me abandonas… así… humillado a punto de acabar y sobre la mesa, aún atado, con las manos a los lados de las patas de la mesa.
—Eso es todo por hoy. —Me informas mientras me desatas. —Ahora vete. Dentro de un rato te llamaré por teléfono… imbécil.
Aturdido, atónito y desorientado, me subo a mi coche, aún temblando por todo lo que me acaba de suceder y mi semen aún en mis testículos, es algo que incrementa mis nublados y torturados pensamientos.
Continuará…
(Sigue tú.
Jajajajaja ¿Te gusto? Clase de BDSM… Bué… clases… simplemente un relato algo alegre jajajaja)
Dijo Mati:
(Bueno por lo pronto solo voy a escribir siguiendo la primera opción, pero no sobre la trama, sólo sobre un encuentro y volviendo a nuestra antigua configuración sumisa.)
Voy manejando el coche como alienado. No puedo dejar de pensar en las consecuencias que han alcanzado a Laura. Siempre lo he temido y ahora sucedió. Ahora ella sin dudas esta sufriendo mucho al igual que yo, siempre he sido muy cuidadoso, pero en ocasiones he asumido algunos riesgos basados en la confianza, esa misma que han traicionado. Yo me he comportado como un idiota, pero sin duda esto no quedará así. No soy alguien a ser tomado en broma. Esto tendriá consecuencias, sólo que nunca me ha gustado pensar en caliente y ahora no es el momento de planear locuras [nota autor: Aquí me dejo el margen de maniobra]
Media hora más tarde llego al destino señalado por Irene, busco la dirección exacta y la localizo frente a mis ojos. La dirección no es otra que una apagada puerta oscura de una casa.
Allí golpeo mientras me voy aclarando la mente y recorro mis sentidos. Me encuentro algo preocupado por lo de Laura. Además no dejo de pensar en cómo seguir con éste juego que se me fue de las manos. De pronto, entre medio de todas mis dudas, la puerta se abre y lo primero que veo es una mano dirigiéndose velozmente e impactando fuerte en una de mis mejillas y luego una voz ruda y enojada sale de entre las sombras, eres tú.
—Pedazo de idiota. —Me dices acusante. —Me han mandado fotos a mi casa. ¿Como te atreves?
Sin poder contestarte nada, pues el asombro me nubla aún más el pensamiento, me tomas de los pelos y de un empujón me haces ingresar en forma prepotente.
Dando pasos largos en los que intento equilibrarme, entro por la puerta. En cuanto lo logro me doy vuelta, sólo para recibir un par más de cachetazos, ahora uno en cada mejilla, uno de frente y el otro de revés. Te miro, estoy atónito. Sin dudas estas enojada y no manejas tus emociones y mis dudas, pánico, dolor y resignación me sostienen parado frente a ti en silencio, notando cómo mis mejillas quedan calientes y rojas de los golpes recibidos.
—¿Cómo se puede ser tan estúpido? ¿Cómo te puede pasar algo así?
—Espera. Irene… Espera. —Te digo de pronto. —A mi casa también han llegado fotos. Sólo que en mi caso, Laura las ha visto antes que yo. Ya sabes… Ella se marchó…
PLAF. Otro golpe impacta en mi cara.
—Estúpido… Imbécil… —Me repites una y otra vez. Mientras lo voy aceptando. Sin dudas tienes razón, lo reconozco.
A continuación me tomas por la parte trasera de mi cuello con una de tus manos y me comienzas a llevar hacia el fondo de la casa. Los miedos y la estupefacción se incrementan a pasos agigantados. No sé que hago aquí. No sé cómo debo de seguir adelante. Miles de dudas hacen filas en mi cabeza para ser respondidas.
A los empujones y arrastrado por tu dura mano, llegamos a lo que es una especie de sala de estar. Sólo una vez ahí, me sueltas liberándome con un desechante sacudón.
—¿Que voy a hacer contigo? Además, ¿cómo te atreves a hacerme algo así? El otro día te has pasado de la raya y lo sabes. ¿Quién te autorizó a jugar así conmigo? Sabes de nuestro acuerdo… Nada que no estuviera pautado de antes. ¿Ves? Eres un imbécil que no conoce de reglas. Tú eres nuevo en esto. Aquí la que manda soy yo. Tú, lo único que debías hacer, era seguir con lo pautado, con lo acordado, cumplir todas las reglas. Ahora las cosas se han salido de curso y te has jodido por eso.
—Discúlpame Ire…
PLAFFFF. Me das otro cachetazo que corta mis palabras al medio.
—¡Silencio! —Me ordenas en un grito, y yo, con dolor y resignación, te obedezco. Ahora estoy otra vez en tus manos y sé que como nunca, haré lo que me mandes. Tú sabes manejarme. Eso es algo que has aprendido desde hace mucho y sin vacilaciones es que harás uso de eso poder.
—Ahora desnúdate por completo y arrodíllate justo aquí. ¡Rápido! Vamos.
—Si. —Te respondo entregado por completo. Sé que la única que podrá solucionar estas cosas eres tú y tu amplia experiencia.
Mientras me voy quitando rápidamente toda la ropa, te veo comenzar a discar un número en tu teléfono móvil. Una y otra vez vas inclinando tu cabeza y respondiendo con monosílabos mientras supervisas mi avance hasta chequear que ya me encuentro desnudo y arrodillado tal como tú me lo has instruido otras veces, Con las manos por detrás y mirando hacía el piso.
En cuanto me ves, no haces nada, sólo me dejas allí esperando. El piso esta muy frío y sin dudas mis testículos están recibiendo la primera parte de un largo castigo por desobediencia. Dos minutos después, te das vuelta y con tu pie sobre mi hombro me empujas hacia atrás, cayendo de espaldas sobre el helado piso. Me quedo quieto por el frío y como recompensa, tu pie pasa a posarse sobre una de mis manos, la cual aplastas con fuerza.
—Si te sigues quejando te quebraré los dedos, —me informas mirándome desde lo alto.
Imagino tu mirada aunque sé que tenga prohibido mirarte en estos momentos. Sólo me esta permitido retorcerme del dolor, pero en silencio. Lo acepto porque sé que lo merezco. No solo tú me das dolor, sino el hecho de saberme en tus manos, para poder tener una leve esperanza de poder recuperar a Laura. Ella lo es todo para mí y ahora dependo de tu voluntad y de la suerte para poder recuperar lo que tenía.
De pronto noto algo mojado caer sobre mi frente. Si poder evitarlo, un reflejo me hace fijarme en el origen de esto, solo para observar como de tus labios van cayendo hilos y hilos de saliva. Me estas llenando la cara con saliva. Sabes como humillarme y lo sufro de igual modo.
—¿Que pasó con tu valentía? —Me cuestionas y le das paso a tu otro pie sobre mi pene y mis testículos. —¿Eso? ¿Que pasó con tus pelotas? Esas de las que los otros días te vanagloriabas frente a mi esposo. —Te escucho pero el dolor es muy intenso y no te puedo responder.
En esa posición te mantienes mientras te comienzas a subir la falda y te vas retirando con la otra mano la parte de arriba de la ropa, así hasta quedarte totalmente desnuda de la cintura para arriba. Mis ojos no pueden dejar se posarse sobre tus tetas, sabes que me encantan.
—¿Te gusta mirar no? También veo que te gusta desobedecer ¿Quién te ha dicho que me puedes mirar? ¿Quieres mirar, no? ¿Te gusta lo que ves, no? Pues entonces veamos si ahora puedes seguir mirando. —Me indicas y abruptamente y sosteniendo los extremos de tu falda, mi visión se va llenando de la oscuridad que ofrece la tela de tu prenda al ir encerrando la luz necesaria para poder divisar tu entrepierna cubierta por tu tanga blanca de algodón, la misma que poco a poco se va acercando inexorablemente hacia mi cara. De pronto toda mi cara esta cubierta con tus carnes. Tus muslos rodean mis mejillas, tu vagina tapa mis ojos y tus nalgas tapan mi nariz y mi boca.
Estas echando todo el peso de tu cuerpo sobre mi cara, me asfixias, me presionas con él y como si esto no fuera suficiente, vas apretando como si fueras una morsa, mi cara contra tus muslos, muy firme, muy duro.
La sensación de ahogo es rotunda, preocupante, por esto empiezo a dar pequeños saltos con mi torso apoyados a través del impulso de mis piernas, es aquí que me tomas de nuevo de mis huevos y con tu mano me los aprietas, tiras de ellos hasta que me dejas en un hilo de dolor insostenible. Ahora estás sintiendo el calor y la humedad de mi respiración nasal, desesperada por encontrar algo de aire, lo notas entonces te levantas y la liberas, sólo por unos instantes pero justo allí, con tu otra mano vas aprovechando para correr hacia un costado el algodón que cubre tu coó. Así de golpe y contundente es que te vuelves a apoyar sobre mi cara, pero esta vez sobre mis labios, dejándola reposar entre ellos los labios húmedos de tu carne caliente. Para afirmarlo me tomas del pelo y jalas hacia tu carne, una y otra vez vas apretando y eliminando los espacios de aire que pudiesen quedar entre tu carne y la mía. Muy apretado a ti, así me siento, asfixiado por el estrangular de tus fuerzas, el aire me falta, el dolor de las penas me acosa y el colapso de la desesperación me encuentra poco a poco, y de esa forma es como me voy desvaneciendo entre tus piernas, me creo morir y así y todo tu presión me sigue acorralando entre tus piernas.
En unos instantes la oscuridad visual ya no me sorprende, sólo que a ella se le iba incorporando la mental, mi mente empieza a dejar de reaccionar, mis manos apretadas bajo tus rodillas comienzan a aferrarse a tus talones, la ultima gota de desesperación va abandonando mi cuerpo y de pronto, la profunda oscuridad se apodera completamente de mi.
No sé cuanto a pasado, pero mis ojos de pronto van descubriendo un destello de luz que lastima mis sentidos. Aquí me encuentro, sentado en un gran sillón de madera, mis manos están atadas a mi espalda, mis piernas también lo están pero a cada una de las grandes patas del sillón, aun sigo desnudo y con mucho frío. Un shock de agua helada es la que me hace volver en mí por completo, no puedo creer cómo me estás torturando, nunca has ido tan lejos, nunca has cruzado estos límites antes.
—¡Despierta imbécil!
PLAFFFF.
Me dices, acompañado de otro ya habitual cachetazo y así lo hago pero sólo para ver cómo vas posando otra vez tu desnudo pie sobre mi pene y no sólo eso, con un leve impulso te vas parando sobre él, levantándote sobre el asiento del sillón. Desde lo alto ahora me dices
—¿Tienes frío verdad? Seguro que si. Voy a darte algo caliente para que dejes de estarlo. —El escucharlo me regocija. Sé que eres perversa cuando lo quieres, pero también sé que sabes como apiadarte de mí.
—¡Pero por Diosss! ¿Quemmmmmm hacesssss?Ufffffffff—Si poder creerlo voy notando cómo comienzas a orinar en mi cara. Con tu humillante orina vas mojando toda mi cara, mi pelo, mi cuerpo.
—¿Está caliente no? Pues ahí tienes imbécil.
Cuando terminas, vuelvo a abrir mis ojos. Estoy tan humillado que no lo puedo soportar, aún he dejado de notar el intenso dolor de mi pene bajo tu pie, sin dudas la humillación es más fuerte que el dolor y ésta borró todo los males menores.
—Ahora me escucharás, pues tengo que hablar contigo. Dentro de un minuto algo pasará, así que no te asustes, corazón.
Dicho esto, te me quedas mirando fijamente y en silencio. Tienes que hablar conmigo pero nada me dices, sólo me miras fijo a los ojos desde lo alto, desde tu postura dominante y triunfadora a la que sabes jugar tan bien.
El silencio es interrumpido por un fuerte y repentino dolor en mi cuello, es un shock eléctrico que sin poder distinguirlo me vuelve a dejar en las tinieblas, no estoy desmayado, pero sí inmovilizado por completo.
De ésta forma es como voy notando cómo alguien me desata desde atrás liberando mis manos y mis piernas, después cómo una figura robusta me levanta por debajo de mis axilas y me va arrastrando hacia una mesa, dejándome apoyado con mi espalda sobre ella para volver a realizar los atamientos, pero ésta vez, sólo de cada una de mis manos en cada una de las patas de la mesa por sobre mi cabeza. Luego te veo montarte nuevamente sobre mi estómago y te sientas sobre él, me tomas por el pelo y comienzas a abofetearme una y otra vez hasta que me das una renovada y torturante lucidez.
—Eres muy flojito para ser tan macho ¿No crees? —Me comentas. Siento tus manos apoderarse de mi verga, la cual comienzas a jalar de arriba abajo como esperando que ésta reaccionara por sobre las torturas. Lamentablemente, mi cuerpo reacciona a pesar de las torturas, lo que es muy humillante para mí.
En un minuto voy sintiendo la rigidez de mi verga dentro de tus apretadas manos en torno a ella, como así también la humedad saliendo de mi glande y con la que juegas con la punta de uno de tus dedos. No has dejado de torturarme, despacio pero sin piedad vas clavando una de tus uñas sobre su sensible cabeza, la hundes y la retiras, sólo para posteriormente volver a pasar la yema sobre la parte castigada.
Tu mano se vuelve cada minuto más captora de mi pene. Tanto es así que ya no lo dejas de sacudir a tu antojo y de golpe ¡PLAFFFF! Otro cachetazo y detrás de él, siento cómo te levantas y como un fiera, te clavas mi verga de un sólo y rudo empujón en tu incandescente coño.
—Ahhhhhhh… —Gritas en un rigido de victoria mientras permaneces clavada y sentada sobre ella. Siento como juegas con ella con las paredes de tu conducto, noto cómo lo aprietas y lo libras una y otra vez. Acto seguido, tu cadera comienza a realizar movimientos circulares sobre ella, si no estuviera fuertemente unida por tendones, carne, músculos y cartílago, juraría que me la quieres arrancar con tu pelvis.
Ahora tus manos se apoderan de tu clítoris y con la misma furia, lo empiezas a amasar rudamente justo cuando vas empezando a cambiar tus movimientos circulares por otros de cabalgamiento feroz. No te importa nada mi dolor, usas mi órgano para tu disfrute.
—Así maldito… así… ¿Que pasa no estas disfrutando? Ahhhhhhhhh Si…. SI… Si... Así perro... Ahhhhhhh ¿Que pasa, no te gusta? Ah, si, ya sé lo que pasa… Ya sé lo que disfrutas tú, pedazo de idiota… Ahora verás cómo me ruegas que pare jajajjaja. Jajajajaj. Jajajajaja. Yo te voy a enseñar la rudeza imbécil.
Tus palabras me aterran. Sé que estás en tu clímax mas perverso y cuando estás allí, sé que eres capaz de las peores cosas.
De pronto te veo levantar las manos por sobre tu cabeza, me cabalgas y rotas sobre mi verga en tu coño. De pronto siento como que alguien me toma de los tobillos y pasa mis piernas alrededor de tu cintura, cruza mis tobillos uno sobre el otro. Éste movimiento levanta mis caderas y te incrusta muy profundamente, la ultima parte de mi pene dentro de ti. Es increíble, ahora tengo toda, toda, toda mi verga dentro de tu vagina y además estás inmovilizada entre mis piernas. Para asegurarlas más aun, vas apoyando tus codos sobre mis pantorrillas y con tu antebrazo te afirmas sobre ellas quedando tus manos justo a la altura de mis tetillas las cuales agarras y comienzas a apretar, a tironear, a retorcer. El dolor es fuerte, pero el placer lo tapa, no puedo creer como arrancas hasta la ultima gota de cordura que había en mí, pero sorprendentemente aquí no estoy para gozar, sino para ser torturado y humillado y de esto me di cuenta cuando desde atrás de ti, comienzo a notar cómo un dedo se va abriendo paso por mi esfínter. Noto cómo entra y cómo sale. Mis ojos están ahora muy abiertos y puestos en ti, suplicantes y implorantes por una piedad que sé que ahora no poseerás. Los tocamientos continúan bajo tu atenta mirada de goce.
—¿Que pasa, corazón? ¿Estas asustado? Ahora veremos lo macho que eres.
Los dedos pasan a jugar con la aureola de mi esfínter. Siento cómo ahora son dos de ellos los que juegan con él, cómo lo rodean y lo presionan, también noto como una cálida saliva va cayendo desde lo alto para lubricarlo, los dedos entran, ya están adentro, sólo para retirarlos después con ellos mas abiertos y separados entre sí. Juegas a humillarme y sabes como hacerlo, sobretodo después de arrancarme los primeros suspiros de dolor.
—Hmmmmmmmm Veo que a mi puta le esta gustando. —Te siento decir y me desespero por la humillación que me haces sentir, es tanta que comienzo a llorar como una niña, la desesperación abarca todo, me siento ultrajado y violado como una indefensa colegiala.
Ahora los dedos, ambos, no dejan de entrar y salir a su antojo mientras mis caderas intentan evitar lo inevitable, pero todo es usado para incrementar la vejación.
—Hmmmmm Así putita… así… mueve las caderitas jajajajaja. Asi… asi…
—Noooo… Basta… Nooo.. —Te suplico entre lágrimas. PLAFFFF PLAFFF PLAFFFF. Es tu respuesta. Tres bofetadas rudas cruzan mi cara y cuando terminas, vuelves a cogerme ferozmente mis torturadas tetillas.
De pronto los dedos salen de mi ano.
—Bueno, “linda” ahora veremos de que estás hecha, jajajaja. —Acusas y sentencias y mi terror se dispara a sitios antes inimaginables.
Siento como una verga comienza a tantear la entrada de mi ano.
—Noooo. Irene, noooooo. Por favor… no lo hagas… Detente… Detente… No lo hagas por favor…
—Shhhhhh Yo no lo haré. Tú lo harás solito. —Me indicas y no lo entiendo. Por nada el mundo lo haré.
El pedazo de carne queda firme en la entrada de ano, rodeando y presionando mi esfínter pero sin perforarlo. Entonces empieza a pasar algo insospechado. Con tus caderas y tus codos vas empujando sobre mi estómago y mis pantorrillas y mis piernas que antes estaban levantadas manteniendo mi culo muy alzado, inician un camino de descenso sobre el falo que se presiona en la entrada de mi culo. De ésta forma voy notando que por la perdida del equilibrio mi esfínter se va abriendo para darle paso a la carne que se encuentra afuera de él esperando firme por entrar. De esa forma veo como yo solito me voy clavando la verga en mi culo. Como esa humillante acción me va ensartando en ese trozo de carne.
Mi cabeza explota de la humillación. Suspiros, llantos y palabras inútiles y entrecortadas van pidiendo que se detenga.
—Pero si nadie hace nada. Eres tú el que te lo estás devorando solito machote. Jajajajaja.
—Para… Para… Para… Ahhhhhh Ufffff
—Hmmmmm ¡Cómo goza mi putita! jajajajaja.
—NO, NO, NO. AAAGGGGG AAAAHHIIII AAAGGGGFFFF
Así, sólo nos detenemos cuando siento mi culo totalmente abierto y perforado por aquellas carnes y es justo allí, cuando comienzas de nuevo a cabalgarme como una poseída. Tu coño sube y baja por mi verga resbalosa, cálida y diligente, como aceitada por nuestros flujos, entra y sale por completo, clavándose siempre en el fondo de tu matriz.
El calor de tu coño, los tirones de mis pezones y la presión en las paredes de mi culo, me están llevando al infinito. Tú, sujetada con los codos en mis pantorrillas no dejas de hamacarte sobre mi verga, clavándome a su vez contra ese trozo de carne que me perfora una y otra vez y la mente ya me da vueltas y ahora, además, veo cómo las manos del hombre que me esta follando, te toman las tetas rudamente desde atrás, pasándolas por encima de tus codos, así y todo bajo esa sujeción, eres tú la que llevas el ritmo de la función.
Tus gritos y tus movimientos, así como tu infierno de calor, sudor y flujos, me van anunciando que te vendrás, que acabarás con miles de litros de eyaculación como siempre lo haces cuando llegas a la cima, que es justo donde ahora te encuentras, pero así y todo, no dejas de torturarme con palabras ofensivas, mientras te aferras a mis pezones adoloridos.
Uno, dos, tres, cuatro y hasta diez espasmos son señales inequívocas de que lo has alcanzado. Esos sacudones típicos de dolor y placer son como los expresas, así de rotundos y exquisitos como sólo, y sólo a veces lo logras, pero no te detienes. Sigues y sigues. Tu locura te rodea, ahora ya no me puedes sujetar más, ahora sólo te apoyas sobre mi pecho, liberas mis piernas y te sacudes convulsivamente sobre tu pubis.
Mis piernas caen sobre la cintura de quien me perfora el culo, justo cuando éste la saca de mí y la dirige hacia ti, sólo recién ahí comienzo a ver su cara y para mi bendición, ésta esta completamente tapada por una capucha negra. El hombre se posa sobre tu espalda y por las muecas que haces, sé lo que es pasando. El momento en que te penetren el culo ha llegado, y sin rodeo lo hace a pesar de tus muecas que no distingo si son de dolor, de placer o de ambas, lo único que puedo notar es como esa verga se abre paso hacia ti.
Por la parte interior de las paredes de tu vagina, voy notando como el culo te es rellenado de carne y músculos. Lo siento tanto por tus gritos, como por el cambio de presión en tu vagina, producto del forzado y estirado perineo, ese trozo de carne ya se encuentra dentro tuyo, por lo que a continuación se da comienzo a un doble mete y saca que te aliena la mente de éxtasis y placer, sólo para que al cabo de dos minutos vuelvas a explotar otra vez en una vibrante eyaculación que te enmudece de la sensación de ahogo que da lo extremo. Tu placer es tan grande que no puede salir de una sola vez por tu garganta, sólo se asoma de menor a mayor, para terminar en un ronco grito de liberación.
Y aunque esto te deja inmóvil, en ningún momento hemos dejado de perforarte, alargando tu placer y tu sufrimiento. Estoy tan cegado por la excitación que aunque no lo deseo, no puedo dejar de buscar la culminación de lo que ha sido un completo acto de vejación y martirio, entonces quien te penetra, retira su verga de un solo saque y comienza a verterte en la espalda toda su simiente, tú haces lo mismo conmigo, pero sólo que esta vez, la remplazar con tus manos y con tu boca. Chupas, muerdes y lames mi verga mientras que me retuerzo en el ejercicio de la eyaculación. Tus manos están sobre mis huevos, los cuales no dejas de acariciar y tironear. Vibro, tiemblo y suspiro por lo que esta por venir y cuando tengo el semen en la base de mi tronco… me sueltas, me liberas, me abandonas… así… humillado a punto de acabar y sobre la mesa, aún atado, con las manos a los lados de las patas de la mesa.
—Eso es todo por hoy. —Me informas mientras me desatas. —Ahora vete. Dentro de un rato te llamaré por teléfono… imbécil.
Aturdido, atónito y desorientado, me subo a mi coche, aún temblando por todo lo que me acaba de suceder y mi semen aún en mis testículos, es algo que incrementa mis nublados y torturados pensamientos.
Continuará…
(Sigue tú.
Jajajajaja ¿Te gusto? Clase de BDSM… Bué… clases… simplemente un relato algo alegre jajajaja)
Ire@- Administradora
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Re: Fantasías compartidas
Malo Matías, muuuuy malo.
¡No soy tan bruja! Mañana mi respuesta, saliendo de ésta como una reina jejejeje
¿Estaban ansiosas? Imaginen yo cuando espero las respuestas de él!!
¡Que lo disfruten!
¡No soy tan bruja! Mañana mi respuesta, saliendo de ésta como una reina jejejeje
¿Estaban ansiosas? Imaginen yo cuando espero las respuestas de él!!
¡Que lo disfruten!
Ire@- Administradora
- Mensajes : 307
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Localización : Baires
Re: Fantasías compartidas
wooooow
Gabby1- Mensajes : 14
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Re: Fantasías compartidas
Ahhh bue....me quedé....sin palabras......
Rochi 61- HC
- Mensajes : 743
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Localización : siempre aca
Re: Fantasías compartidas
buf......mmm.......jo.... Matias, ¿que decir?
Esperando tu respuesta Ire.... [Solamente los administradores pueden ver esta imagen]
Esperando tu respuesta Ire.... [Solamente los administradores pueden ver esta imagen]
aliassara- Mensajes : 181
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Edad : 44
Localización : delante del pc
Fantasías compartidas
GUAUUUUUUUUU HE DE DECIR COMO LAS DEMAS QUE ME HAS DEJADO SIN PALABRAS , ESTOY DESEANDO LEER LA CONTESTACIÓN .NO NOS VAS A DECIR QUIEN ERA EL EMMASCARADO .BESOS .
jazmin69- Mensajes : 533
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Localización : España
Re: Fantasías compartidas
Mat, despues de todo eso, cariñitos [Solamente los administradores pueden ver esta imagen]
Ire castigadora [Solamente los administradores pueden ver esta imagen]
Gracias a los dos.
Ire castigadora [Solamente los administradores pueden ver esta imagen]
Gracias a los dos.
kirah-- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 20/07/2012
Re: Fantasías compartidas
Estoy en shock.
Ahora mismo no sé que más decir.
Ahora mismo no sé que más decir.
jfl- HC
- Mensajes : 1037
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Re: Fantasías compartidas
(Sigo yo, saliendo del problema como una diosa jejeje)
Mi parte.
Cuando Matías se fue, me giré para mirar a mi Amo. La aprobación en su rostro era evidente, y aunque la escena que me obligó a realizar, nada tenía que ver con quién soy yo realmente, me sentí satisfecha de mi actuación. Mi Amo me ha poseído durante bastante tiempo, he sido su esclava sexual, su juguete y su cómplice en más de una intriga de las que tanto gusta.
Adoro ver la satisfacción en su rostro cuando realizo bien un trabajo, y este juego de poderes en el que me ha convertido en pieza importante de su tablero, no me atrae demasiado, aunque no puedo dejar de sentir el orgullo de mi mitad sumisa, cuando logro complacer a mi Amo.
Mi lado Dominante se rebela, lucha y sufre, ya que queda relegado a un juego que sólo él controla. La Dómina en mí se retuerce, su voluntad es fuerte, pero mi parte sumisa es una bestia hambrienta de aprobación. De Su aprobación.
—Has estado magnífica. Las fotos que he tomado de Matías lo pondrán en mi puño tan rápido que no sabrá que fue lo que sucedió. —Me miró con sus ardientes ojos y continuó. —Sin embargo, ya no te necesito. Puedes volver a tu casa. Ah, por cierto. Olvídate de tu esposo, ya he conseguido que nos deshagamos de él, de la misma manera en que pienso deshacerme de Rox…
El pecho se me estrujó y una sensación de náusea se apoderó de mí. Rox había intentado controlar el juego de mi Amo y la iba a eliminar. “Sólo es un peón jugando a ser la Reina Blanca” me había dicho esa misma mañana cuando fui a su casa. Tres horas después, el proyecto de Rox fue rechazado y por ese motivo, perdió su trabajo en la empresa competidora.
También estaba el asunto del despecho de Roxana por el abandono de Matías, y que hubiera sido yo quien la reemplazase en su estratégico puesto, cuando la echaron… Pero eso era otro tema, aquí lo que importaba era el dinero y el poder, y mi Amo era el Gran Maestre en el arte de usar a las personas para obtener lo que quería.
Sin embargo, este quitarme del medio no me gustaba nada. Yo había sido su juguete y quería una retribución a cambio, además del hecho de que había conocido a Matías desde hacía tiempo y no me gustaba demasiado la manera en que mi Amo lo estaba manejando.
Un pensamiento de rebeldía comenzó a crecer dentro de mi. Mi parte Dominante me decía a gritos que no podía permitir eso, que era yo quien debía controlar la situación.
Pero debía ser muy cauta, si mi Amo se daba cuenta, me eliminaría tan rápidamente como a Rox…
Sin dejarle ver mis ojos, y fingiendo revisar el teléfono celular, fui recogiendo mis ropas y me dirigí al baño.
Necesitaba una ducha lo antes posible. Mi cuerpo estaba adolorido y mi voluntad vejada por sus caprichos. Me metí bajo el chorro de agua caliente y comencé a frotar bien fuerte cada rincón de mi anatomía.
En una hora iba a comenzar mi plan, y necesitaba la mente lo más abierta posible, porque lo que estaba planeando iba a requerir de toda mi astucia.
***
Matías llegó a su casa abatido, avergonzado y más humillado que nunca en su vida. Había sido violado por otro hombre y eso era algo que jamás había esperado de Irene. Cuando comenzaron sus juegos de Dominación, habían establecido claramente los límites. ¿Qué era lo que la había llevado a romperlos así ahora? Sin dudas, algo había detrás de eso y Matías estaba dispuesto a averiguarlo. Pero en ese momento en lo único que podía pensar, era en borrar la humillante huella de lo que había sucedido y que su cuerpo, manchado de fluidos, delataba.
No supo cuánto tiempo permaneció dentro de la ducha. Sólo se dio cuenta de que sus manos estaban arrugadas, así que cerró el grifo y salió de ella. Se secó y se envolvió en una de sus preciadas batas de algodón, luego fue a la cocina y comenzó a prepararse un café.
Un leve ruido en la puerta de atrás lo alertó, así que cogió lo primero que encontró como arma defensiva –un cuchillo- y salió a ver.
Para su sorpresa, no encontró nada, así que volvió a la cocina, donde el café ya humeaba en la cafetera eléctrica.
De pronto, las luces de la casa parpadearon y luego se apagaron por completo. Un escalofrío recorrió su columna, anticipando algo desagradable.
De la misma manera en que se apagó todo, la electricidad volvió antes de que tuviera tiempo de tomar cualquier medida, dejándolo cegado por un instante.
Se cubrió los ojos con la mano hasta que se acostumbró de nuevo a la luz, para descubrir una visita inesperada, sentada en su mesa.
Irene.
La sorpresa lo dejó mudo. Intentó balbucear alguna pregunta, pero un gesto de la mano de ella lo frenó.
—No digas nada y escucha, si algo aprecias tu vida y la de Laura.
******
Matías me miraba atónito. Yo comprendía su sorpresa, obviamente aún le era imposible digerir y comprender lo que había sucedido hacía un par de horas y su mente estaba confusa.
—Siéntate, pero antes sírveme una taza de ese café que acabas de hacer.
Mi voz de mando siempre excitaba su sumisión, pero en ese momento, sólo lo hizo automáticamente, sin segundos pensamientos, y yo lo podía comprender. Matías era muy transparente para mí, a pesar de que nos conocíamos poco.
Era curioso, y su curiosidad lo había llevado hasta mi Amo y hasta mi. Pero si bien mi Amo sólo pensaba en utilizarlo, yo, en cambio, quería explorar lo que podríamos hacer juntos.
Pero cuando mi Amo decidió que yo debía seguir su juego para su beneficio, lo acepté, como siempre hago, y así, lo que pudo haber de verdadero entre Matías y yo, sólo se remitía a una maniobra de un tercero.
Pero ahora estaba decidida a dejar el juego de mi Amo y hacer el mío propio. Y eso lo iba a conseguir sólo con la ayuda de Matías.
Cuando me sirvió el café, se quedó de pie allí, esperando tácitamente que le indicase si tomar asiento o no. Mi parte Dominante había tomado el control de mis acciones, así que con la determinación que tantas veces tuve que ahogar para jugar a la sumisa, le ordené que se sentara.
Él obedeció en silencio y esperó. Me tomé el café lentamente, mirando por el rabillo del ojo sus acciones. Se estaba poniendo ansioso, pero aún así, se mantenía en silencio.
Eso me gustó y me excitó un poco, a pesar del escabroso sexo que mi Amo me había hecho tener horas antes con Matías y él.
—Bien, muy rico tu café, Matías. Ahora te voy a contar de qué va todo esto.
Y así, le relaté cada detalle de lo que había planeado mi Amo.
Mi parte.
Cuando Matías se fue, me giré para mirar a mi Amo. La aprobación en su rostro era evidente, y aunque la escena que me obligó a realizar, nada tenía que ver con quién soy yo realmente, me sentí satisfecha de mi actuación. Mi Amo me ha poseído durante bastante tiempo, he sido su esclava sexual, su juguete y su cómplice en más de una intriga de las que tanto gusta.
Adoro ver la satisfacción en su rostro cuando realizo bien un trabajo, y este juego de poderes en el que me ha convertido en pieza importante de su tablero, no me atrae demasiado, aunque no puedo dejar de sentir el orgullo de mi mitad sumisa, cuando logro complacer a mi Amo.
Mi lado Dominante se rebela, lucha y sufre, ya que queda relegado a un juego que sólo él controla. La Dómina en mí se retuerce, su voluntad es fuerte, pero mi parte sumisa es una bestia hambrienta de aprobación. De Su aprobación.
—Has estado magnífica. Las fotos que he tomado de Matías lo pondrán en mi puño tan rápido que no sabrá que fue lo que sucedió. —Me miró con sus ardientes ojos y continuó. —Sin embargo, ya no te necesito. Puedes volver a tu casa. Ah, por cierto. Olvídate de tu esposo, ya he conseguido que nos deshagamos de él, de la misma manera en que pienso deshacerme de Rox…
El pecho se me estrujó y una sensación de náusea se apoderó de mí. Rox había intentado controlar el juego de mi Amo y la iba a eliminar. “Sólo es un peón jugando a ser la Reina Blanca” me había dicho esa misma mañana cuando fui a su casa. Tres horas después, el proyecto de Rox fue rechazado y por ese motivo, perdió su trabajo en la empresa competidora.
También estaba el asunto del despecho de Roxana por el abandono de Matías, y que hubiera sido yo quien la reemplazase en su estratégico puesto, cuando la echaron… Pero eso era otro tema, aquí lo que importaba era el dinero y el poder, y mi Amo era el Gran Maestre en el arte de usar a las personas para obtener lo que quería.
Sin embargo, este quitarme del medio no me gustaba nada. Yo había sido su juguete y quería una retribución a cambio, además del hecho de que había conocido a Matías desde hacía tiempo y no me gustaba demasiado la manera en que mi Amo lo estaba manejando.
Un pensamiento de rebeldía comenzó a crecer dentro de mi. Mi parte Dominante me decía a gritos que no podía permitir eso, que era yo quien debía controlar la situación.
Pero debía ser muy cauta, si mi Amo se daba cuenta, me eliminaría tan rápidamente como a Rox…
Sin dejarle ver mis ojos, y fingiendo revisar el teléfono celular, fui recogiendo mis ropas y me dirigí al baño.
Necesitaba una ducha lo antes posible. Mi cuerpo estaba adolorido y mi voluntad vejada por sus caprichos. Me metí bajo el chorro de agua caliente y comencé a frotar bien fuerte cada rincón de mi anatomía.
En una hora iba a comenzar mi plan, y necesitaba la mente lo más abierta posible, porque lo que estaba planeando iba a requerir de toda mi astucia.
***
Matías llegó a su casa abatido, avergonzado y más humillado que nunca en su vida. Había sido violado por otro hombre y eso era algo que jamás había esperado de Irene. Cuando comenzaron sus juegos de Dominación, habían establecido claramente los límites. ¿Qué era lo que la había llevado a romperlos así ahora? Sin dudas, algo había detrás de eso y Matías estaba dispuesto a averiguarlo. Pero en ese momento en lo único que podía pensar, era en borrar la humillante huella de lo que había sucedido y que su cuerpo, manchado de fluidos, delataba.
No supo cuánto tiempo permaneció dentro de la ducha. Sólo se dio cuenta de que sus manos estaban arrugadas, así que cerró el grifo y salió de ella. Se secó y se envolvió en una de sus preciadas batas de algodón, luego fue a la cocina y comenzó a prepararse un café.
Un leve ruido en la puerta de atrás lo alertó, así que cogió lo primero que encontró como arma defensiva –un cuchillo- y salió a ver.
Para su sorpresa, no encontró nada, así que volvió a la cocina, donde el café ya humeaba en la cafetera eléctrica.
De pronto, las luces de la casa parpadearon y luego se apagaron por completo. Un escalofrío recorrió su columna, anticipando algo desagradable.
De la misma manera en que se apagó todo, la electricidad volvió antes de que tuviera tiempo de tomar cualquier medida, dejándolo cegado por un instante.
Se cubrió los ojos con la mano hasta que se acostumbró de nuevo a la luz, para descubrir una visita inesperada, sentada en su mesa.
Irene.
La sorpresa lo dejó mudo. Intentó balbucear alguna pregunta, pero un gesto de la mano de ella lo frenó.
—No digas nada y escucha, si algo aprecias tu vida y la de Laura.
******
Matías me miraba atónito. Yo comprendía su sorpresa, obviamente aún le era imposible digerir y comprender lo que había sucedido hacía un par de horas y su mente estaba confusa.
—Siéntate, pero antes sírveme una taza de ese café que acabas de hacer.
Mi voz de mando siempre excitaba su sumisión, pero en ese momento, sólo lo hizo automáticamente, sin segundos pensamientos, y yo lo podía comprender. Matías era muy transparente para mí, a pesar de que nos conocíamos poco.
Era curioso, y su curiosidad lo había llevado hasta mi Amo y hasta mi. Pero si bien mi Amo sólo pensaba en utilizarlo, yo, en cambio, quería explorar lo que podríamos hacer juntos.
Pero cuando mi Amo decidió que yo debía seguir su juego para su beneficio, lo acepté, como siempre hago, y así, lo que pudo haber de verdadero entre Matías y yo, sólo se remitía a una maniobra de un tercero.
Pero ahora estaba decidida a dejar el juego de mi Amo y hacer el mío propio. Y eso lo iba a conseguir sólo con la ayuda de Matías.
Cuando me sirvió el café, se quedó de pie allí, esperando tácitamente que le indicase si tomar asiento o no. Mi parte Dominante había tomado el control de mis acciones, así que con la determinación que tantas veces tuve que ahogar para jugar a la sumisa, le ordené que se sentara.
Él obedeció en silencio y esperó. Me tomé el café lentamente, mirando por el rabillo del ojo sus acciones. Se estaba poniendo ansioso, pero aún así, se mantenía en silencio.
Eso me gustó y me excitó un poco, a pesar del escabroso sexo que mi Amo me había hecho tener horas antes con Matías y él.
—Bien, muy rico tu café, Matías. Ahora te voy a contar de qué va todo esto.
Y así, le relaté cada detalle de lo que había planeado mi Amo.
Ire@- Administradora
- Mensajes : 307
Fecha de inscripción : 06/07/2012
Edad : 48
Localización : Baires
Re: Fantasías compartidas
Muy inteligente Ire, (no has podido seguir siendo sumisa jejejeje), ¿ahora tienes tú el mando o...?, esperando la continuacion...
aliassara- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Edad : 44
Localización : delante del pc
Fantasías compartidas
Y ahora nos dejas a todos con las ganas de lo que vas a hacer , has salido bien parada parece ,para cuando máss.Besos .
jazmin69- Mensajes : 533
Fecha de inscripción : 18/07/2012
Localización : España
Re: Fantasías compartidas
Nos tienes a todos en ascuas...esperando que hacen esas cabecitas........muy bueno, gracias a ambos
Rochi 61- HC
- Mensajes : 743
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Localización : siempre aca
Re: Fantasías compartidas
Después del shock que recibí con el último capítulo de Matias y que me quedé sin palabras..., os diré que vuestra historia es una montaña rusa y además está llena de recovecos y sorpresas. Me gustan las historias que me intrigan, y la vuestra me intriga y me crea espectativas por saber que va a pasar.
Excelente redacción y encadenación de escenas y acontecimientos.
PD: Por favor Matias, no tardes en continuar
Excelente redacción y encadenación de escenas y acontecimientos.
PD: Por favor Matias, no tardes en continuar
jfl- HC
- Mensajes : 1037
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Re: Fantasías compartidas
ESO ES IRENE!!!!! TU SALES DE TODAS BRAVOOO!!! ALE MATIAS DALE CAÑA!!!
sole- Mensajes : 96
Fecha de inscripción : 06/07/2012
Localización : ASTURIAS
Re: Fantasías compartidas
ejem, ejem pasaba por aqui.
Matias ¿donde estas?
Esperando....
Matias ¿donde estas?
Esperando....
aliassara- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Edad : 44
Localización : delante del pc
Re: Fantasías compartidas
Yo también pasaba por aquí esperando leer el nuevo capítulo y.... OH DESILUSIÓN ¡TODAVÍA NO ESTÁ!
jfl- HC
- Mensajes : 1037
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Re: Fantasías compartidas
Esperando ........Ire me gustas cuando estas mandona
teresa.7- Mensajes : 424
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Edad : 57
Localización : Canarias España
Re: Fantasías compartidas
Pobre Mati!!! le quedo el culito como una flor y se le debe haber caido la birome de la mano!!! jajaja!!
SOL@- Colaboradora
- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Edad : 52
Localización : Argentina
Fantasías compartidas
Eso digo Yo también ,que pasa con Matías se le comió la lengua el gato , estamos esperando.
jazmin69- Mensajes : 533
Fecha de inscripción : 18/07/2012
Localización : España
WTF!!!! O_o!!
No sabia de esta lectura...SOLE me aviso y me han dejado...[Solamente los administradores pueden ver esta imagen]
Eso si, quiero más! no pude con todas las emociones de golpe.. como bien dijeron antes esto es una montaña rusa.. hasta me dio miedito.... que siga...yo esperando leer más..
Eso si, quiero más! no pude con todas las emociones de golpe.. como bien dijeron antes esto es una montaña rusa.. hasta me dio miedito.... que siga...yo esperando leer más..
andripili- Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 06/07/2012
Re: Fantasías compartidas
Creo que todas estamos super enganchadas a esta historia. Siempre ávidas de más!
Re: Fantasías compartidas
Ire no sabia que era "la birome" (soy española) y pensaba cosas raras menos mal que esta "San Google" jajajaja.
aliassara- Mensajes : 181
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Edad : 44
Localización : delante del pc
Re: Fantasías compartidas
Mal todavía no hay nada, no se me duerman mis niños que quiero leer mas
teresa.7- Mensajes : 424
Fecha de inscripción : 16/07/2012
Edad : 57
Localización : Canarias España
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